Dudas más allá de Orión

En 38 años de fotografía he ido acumulando una buena cantidad de equipos y utillaje. Cada vez que se me ocurría un proyecto nuevo tenía que verlo en su formato. En fotografía, como en cualquier otra cosa, no es igual ocho que ochenta. Y los armarios, que son muy sufridos, se han ido poblando con cámaras de todos los formatos, alemanas y japonesas, aparatos que han sido la pera cuando aparecieron y que ahora son, casi, chatarra. Chatarra noble, de la que te da pena arrojar al cubo de la basura, de la que te gustaría que algún hijo se hubiera prendado para poder regalársela y verla todavía funcionar unos años más.

Las cámaras en los armarios, en las maletas, están frías. Cuando uno las ha manejado mucho sabe lo que es una cámara fría. Tiene otro aspecto, otro tacto. Las cámaras que usamos parecen tener calor, estar vivas.

No hace mucho apareció por casa un muchacho que quería meterse en el mundo del gran formato pero andaba muy alcanzado de fondos. Venía a proponer un cambio: un equipo Canon A1 muy usado por alguna de mis cámaras grandes. Me cayó bien. No hicimos el cambalache ese día ni al siguiente, tenía que conocerle un poco, ver si quería dármela con queso o de veras iba a trabajar con la cámara. Cuando me convencí rescaté de un armario una Cambo 4×5″, muy poco usada, le monté una lente y se la di junto con un trípode Linhof que llevaba muchos años en un rincón del estudio. Después me quedé mirando su Canon, rozada, gastada, caliente. Conté por teléfono el asunto a mi amigo norvietnamita y me dijo: «Has cambiado una cámara por hierro». Era su forma, siempre elusiva como buen oriental, de decirme que había salido perdiendo y que la Canon y sus dos lentes eran mera chatarra. Bueno, más chatarra al armario. No quise decir que hubiera podido regalársela pero que no soy partidario de los regalos. Las cosas han de costar, un poco al menos. Lo regalado no se aprecia, termina por no dársele importancia o por pensar que siempre lo hemos tenido, nos lo merecemos y no debemos nada.

He seguido la pista al muchacho y lo está haciendo bien, creo que es un fotógrafo de raza. La Cambo llevaba años sin utilizarse, ahora es al menos una cámara caliente.