Células cancerígenas

Cuando mencioné los estudios de fotografía de provincias, tenía en mente el principio más primitivo y no conté con los avances más tecnológicos. La holografía ha sustituido desde hace mucho tiempo a los embaucadores decorados de colores chillones. El mundo es un holograma. Da igual en qué medida se lo destruya, lo que queda siempre contiene dentro de sí la imagen del sistema completo con todos sus detalles. Con procedimientos alquímico-estructuralistas ya se ha trasvasado a la nada alrededor del setenta por ciento del universo, y sin embargo todo está aquí: las dimensiones, los mares, los océanos, las montañas, las estrellas y las galaxias. Además hay que tener en cuenta que los procesos se aceleran y que la confusión aumenta cada vez más a causa del alejamiento del eje y del acercamiento al radio extremo de la chakravartin. De esto se deduce que también las personas son sólo un treinta por ciento de cualquier cosa que puedan ser. Y este cualquier cosa se reduce por lo general al tracto gastrointestinal y urogenital y a funciones subalternas del cerebro rebajadas a su vez a coordinar sólo procesos fisiológicos. Lo suficiente para no cagar en cualquier sitio de la casa o de la calle o copular en lugares públicos. Eso en lo que respecta a la ética. Por otra parte, los vestigios de creatividad e imaginación se han reducido a una laboriosa búsqueda de todos los medios posibles para procurarse la satisfacción del deseo fisiológico. Ciertos autores, cuyas opiniones aprecio de verdad, van más lejos aún en la humillación del hombre actual y se remontan a los mitos de la Antigüedad según los cuales el ser humano, ya en la época en la que el andrógino se separó en dos, quedó reducido al cincuenta por ciento de su valor, por lo que el precio real de un hombre medio en el mercado ontológico cae un quince por ciento más.

Es un verdadero milagro que un ser desprovisto de fundamento sea capaz de cometer tantas infamias y maldades. La única explicación, que sólo sirve de consuelo, es que el Mal carece de realidad, que es nada, y como el mundo y sus habitantes malvados van camino de la aniquilación, prolifera como las células cancerígenas, para al final destrozarse a sí mismo. Lo que es, es para siempre. Y no está aquí. Ni allí. Por pura misericordia se manifiesta en esta nada, sólo para impedir que todo caiga en las tinieblas más oscuras. En apariencia, todo sigue como siempre, pero el límite entre la realidad y los medios ha desaparecido. Vemos las caras en las pantallas de televisión, miramos a los comentaristas, a los presentadores, a los protagonistas de las series y películas, pero sólo desde hace poco (y sólo en círculos esotéricos) se sabe que ellos también nos observan, que siguen cada uno de nuestros pasos que los órganos del correspondiente servicio registran cuidadosamente en vídeo. De este modo, a personas muertas desde hace mucho tiempo, filmadas y resucitadas relativamente mediante técnicas mágicas -aunque entre ellas había también gente honrada-, se las utiliza como delatores. ¡Lo que tiene que hacer uno para más o menos malvivir!.