Roberto expone en París

Robert van der Hilst expone sus interiores chinos en París y manda invitación. Uno de los mejores fotógrafos documentalistas actuales, sin tiroteos ni aspavientos. Nadie hace nada terrible, a nadie le pasa algo terrible en sus fotos. Gente decente que vive la vida como puede y donde puede. Muy influido por las composiciones de Vermeer y los petit maîtres holandeses, aires buenos y salutíferos para la siempre angustiada fotografía. Sin obviedades, claro.

No estoy a favor del retorno a un cierto pictorialismo. No es eso. Estoy a favor de salir del círculo ‘sólo eres grande si te metes en follones o te dedicas a imitar a Gursky (a la Goldin, o pongan el nombre que quieran)’. Vanderhilst hace caso omiso de todo ello y tira adelante con su propio criterio, su Mamiya 7, su película negativa color, una lente de 43 mm, trípode y disparador de cable para que todo esté nítido y quieto.

Al mismo tiempo que la exposición sale su libro, editado por Gallimard, del que ya nos dio señales en una suerte de catálogo un par de años atrás. Será uno de esos que hay que comprar porque la tirada no será mucha y, cuando te quieras dar cuenta, estará agotada y valdrá 200 euros de segunda mano.

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En el nombre de Dios‘ se llamaba el documental. Aparecían y hablaban, no por este orden, Ratzinger, el jefe de la Iglesia Anglicana, un par de rabinos judíos, dos ayatolás, uno de la Iglesia Protestante y otro más que representaba a los cristianos de Norteamérica, una de esas iglesias cuyo nombre confundo.
La cuestión central era el terrorismo y si se puede matar en nombre de Dios. Todo el mundo responde contundente con un NO menos uno de los ayatolás, jefazo de Hezbolá, que da vueltas a los argumentos para acabar diciendo que según y cómo. El otro ayatolá, suní, le deja completamente solo, predicando una religión amable y comprensiva con los infieles. Ratzinger, muy bien como siempre, muy en su papel de gran teólogo, abomina con fundamento del uso de la violencia para imponer a Dios o siquiera para mencionarlo.
Pasan imágenes de los aviones del 11-S. El ayatolá suní entristece la mirada y llama pecadores sin remisión a los terroristas. Ignorantes, incultos, hombres sin fe. Con eso me quedo.