Gato con manchas

 

Fidel

 

Resulta paradójico pero funciona: algunas veces quien peor nos quiere y más daño pretende hacernos se convierte en nuestro mayor benefactor.

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Pensar en pintura australiana y que vengan a la mente los pintajos aborígenes es todo uno. Pero resulta que no, que a principios del siglo XX hubo allí un notable grupo de pintores, y alguno admirable.

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No sé cuánto aguantará el cuerpo trabajando tantas horas diarias y en cosas tan dispares. Pasar de trabajos por completo mentales a otros en que son las manos las que mandan requiere de algunas rutinas de adaptación que son violentas para el ánimo. Tengo la música, el cielo de la plaza al anochecer y la lectura nocturna para descansar. Lo demás queda muy lejos.

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Hace unos días, en una cartuja, me topé de cara con la falta de caridad de un religioso. Hizo valer las normas sobre la compasión. Trato de no ser soberbio: estoy seguro de que Cristo lo hubiese sacado de allí a zurriagazos.

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Qué presencia tan brutal de la política en la vida de las personas. No hay modo de no topar con ella. Lo ha inundado todo, incluyendo los pliegues más íntimos de nuestras vidas y conciencias.

Es habitual que la política aborrezca a la religión porque aspira suplantarla. No conforme con gobernar la civitas quiere dominar también la moral. El marxismo, aspirante a interpretar y hacerse cargo de la totalidad de lo humano, se dio de bruces con la religión. De inmediato la asoció a lo adverso y se aplicó a erradicarla por cualquier medio. Como se sabe fracasó y, por citar un país en el que la persecución fue terrible, Rusia vuelve a su secular religiosidad como si el duro paréntesis no hubiese tenido lugar.

Pero también es aborrecible unir el nombre de Cristo a la política, como en lo que llaman democracia cristiana.

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Echo de menos un nuevo libro de Iñaki Uriarte. Leo las entradas del blog de Josepepe. Sin que tengan que ver entre sí me admira la capacidad de condensar ideas de ambos y ese fino humor que recorre su escritura con la presencia leve y justa de una pila de bajo voltaje.

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Iñaki me trae a la memoria a nuestro amigo Peru. Hace unas semanas, ordenando papeles, encontré un sobre grande cerrado dirigido al amigo muerto. En su día no entendí por qué lo retornaba el mensajero. Miro las fechas y coinciden: el querido Peru agonizaba y no supe de ello cuando estaba ocurriendo.