Cabrero en Afganistán

 

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Oigo una copla que lleva la letra de alguien que conozco y viene la pregunta: ¿Se puede ser poeta y tonto? Paso revista a la poesía que me gusta y llego a una triste conclusión: sí, siempre que el poeta sea español.

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Un documental  sobre Japón, el paradigma capitalista. Empujadores de metro –una profesión– que rompen los brazos a la gente para poder cerrar los vagones; hay quien se queda sin aire por la presión de unos cuerpos contra otros y se desmaya. El número de suicidas que se arrojan al metro cada día es apabullante y la estación con más muertos es, también, la más congestionada.

Le digo que prefiero ser cabrero y tener una vida sin pantallas led, internet y –claro que sí– sin antibióticos.

–Cabrero en Afganistán; al fin y al cabo el burka te lo quitas al llegar a casa pero eso otro no te lo puedes quitar –me responde.

(Risas y, aunque la ventaja sería para mí, me parece que tiene razón)

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Me ha conmovido leerlo. Dice Corot, ya muy anciano: «Espero de todo corazón que en el cielo se pueda pintar«.

El mismo que, años antes, corregía el cuadro de un discípulo e indicándole las pifias le incitaba a corregirlas.

–Ya lo haré mañana –contestó el alumno.

–¿Y si se muere usted esta noche?

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En la plaza, bien seguros en agujeros bajo los soportales, vive un bando de gorriones. Encuentran comida fácil bajo las sillas y mesas de las terrazas y quizá no tengan necesidad de volar al campo, con sus peligros. En algún sitio beberán agua; no han de faltar lugares donde hacerlo en el pueblo, y más que ahora el campo está seco.

La costumbre los ha ido volviendo descarados y roban trocitos de comida cuando el comensal se descuida. La más decidida es una hembrita que, por el aspecto y tamaño, parece muy joven, tal vez de este año. Viene y se posa en la silla de al lado. Si estoy distraído con el periódico o el kindle se las arregla para llamar mi atención. Los otros esperan cerca pero no se arriman tanto.

Les echo migas de pan y observo cómo los más listos, o veteranos, arramblan los primeros. A medida que voy echando trozos el bando se achica hasta que sólo quedan los más torpes, o jóvenes. A estos les echo trozos más grandes.

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Es un hecho: desde la democracia se puede ir al comunismo. Lo contrario es muy complicado y largo en el tiempo.

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En el principio está el dibujo –la raya hecha en el suelo con un palo por un cazador– y de ahí la geometría, las matemáticas y el razonamiento. También el arte y la música.

La geometría, como las matemáticas, no se crea sino que se descubre. Resulta suficiente para mantener el asombro y la fe.