Angelus perpetuo

 

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Leo que ha muerto un crítico de arte al que traté algo (poco) en mi juventud y por quien no sentí, ni a la recíproca, simpatía alguna. Me pareció un snob y no un dandy, un pedante y no un hombre de gusto. Qué se le va a hacer, espero que Dios sea más compasivo con él de lo que él lo fue con aquellos cuya obra trató mal, y no en el sentido del desdén intelectual –que es un sentimiento lícito hacia la obra de arte– sino con el desprecio de quien enarca la ceja y se siente tan por encima que no se digna mirar. Que la tierra le sea leve.

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A veces se obtienen victorias impensables con los medios más sencillos mientras otras se fracasa usando el más exquisito de los rebuscamientos. Y es que parece que se engaña mejor a los demás con argumentos triviales, tal vez porque tendemos a dar por imposible que el adversario pueda ser tan tonto como parece.

Lo anterior es a propósito de un equipo que montó el servicio secreto británico durante la II Guerra Mundial. Estaba compuesto por un restaurador de arte, un prestidigitador, un antiguo delincuente, un carpintero y un soldado sin convicciones. Consiguieron verdaderos milagros: hicieron creer a Rommel que el ataque a El Alamein sería por el punto geográfico opuesto al real y dar por buena la destrucción de una fábrica de aviones de combate en la misma Inglaterra a manos de un agente doble. Todo lo hicieron con tramoya, telas pintadas y espejos. Los aviones alemanes de reconocimiento vieron desde el aire cosas sin existencia real. Rommel perdió la célebre batalla porque fue cogido por sorpresa y los rapidísimos aviones De Havilland siguieron machacando a los pesados bombarderos teutones. ¿Eran tan bobos los alemanes? Es bastante improbable pero los del MI5 conocían al dedillo qué cosas estaban dispuestos a creer y se las ofrecían en el plato adecuado. En todo caso parece que un poco de magia, de sentido artístico no le va mal ni a la guerra.

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Un par de días en Granada buscando el amor de la familia y respirar el aire que pudo ser y no fue porque la vida marcaba otro curso. Mi hija descubre la belleza física de mis padres jóvenes en un álbum familiar. Resulta doloroso mirar tan lejos. Pero tenemos la fortuna de tenerlos con nosotros todavía, de que puedan disfrutar de una buena comida en un restaurante, de que mi padre hable de sí mismo con mi hija y a esta se le vayan los ojos hacia un tiempo que no conoció. Traje el alma curada, lo venía necesitando.

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Tomo prestada esta frase que está en mis apuntes y cuyo autor no he anotado: «Falta caracterizar adecuadamente la obra de los ayudantes pero ¿quién está dispuesto a hacerlo teniendo a Velázquez tras el escenario?»

Muy complicado porque, en vida los genios arrollan el medio, dejándolo imposible. Hace falta tiempo –mucho en el caso de Velázquez– para poder juzgar a sus coetáneos por lo que realmente son, sin el obligado referente. Debió ser terrible para los ayudantes del maestro tener que imitar su estilo como cáscara vacía de fruto apetecible. Hoy diríamos a eso esteticismo, que tan mala fama tiene. Aquellos, con más dignidad, lo llamaban oficio.

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Han sido días de niebla con un mes de retraso. Una tabla completa de verdes (el más extenso de los colores para nuestros ojos por la conocida necesidad de distinguir al depredador emboscado) y hojas podridas que hace mucho perdieron el amarillo.

Ya no asoman los galápagos y resulta imposible ver reptil alguno. Los griegos pensaban que eran hijos de Gea y renacían con la primavera. Apolo matando a Pitón viene a ser el final en nuestra cultura de la Diosa Madre hasta que la Iglesia Católica entronizó a María, Madre de Dios. A no olvidar los conocidos versos de T.S. Eliot en The Four Quartets:

Lady, whose shrine stands on the promontory,
Pray for all those who are in ships, those
Whose business has to do with fish, and
Those concerned with every lawful traffic
And those who conduct them.

Repeat a prayer also on behalf of
Women who have seen their sons or husbands
Setting forth, and not returning:
Figlia del tuo figlio,
Queen of Heaven.

Also pray for those who were in ships, and
Ended their voyage on the sand, in the sea’s lips
Or in the dark throat which will not reject them
Or wherever cannot reach them the sound of the sea bell’s
Perpetual angelus.