Retrato de familia con fondo

 

Detalle manos reina

 

Estos días anda el pintor Antonio López en boca de todos a cuenta de su retrato de la Familia Real española. Como resulta habitual en él se ha demorado mucho en la entrega de la obra. ¿Está terminada? El pintor dice que no sabe, que podría haber seguido; y viendo las fotos de detalle se comprende que tiene razón: la obra tanto se puede dar por concluida como podría continuarse. Hay por dónde.

Las figuras están bien plantadas, tienen peso y el parecido está sujeto. Al fin y al cabo un rey moderno siempre tiene cara de peseta (o de euro en este caso) y nos resulta muy familiar. Que no se parezca y verás la que te cae encima.

No hay símbolos del poder en la obra, ninguno. Si no los conociéramos por los medios de comunicación podrían pasar por la familia de un rico financiero o comerciante. Es una realeza de signo menos, que se quiere parecida a la clase que cortó la cabeza a sus antepasados. En todo salvo en los medios económicos, títulos y modo de vida.

Es decir, que resulta muy difícil hacerles un retrato y que, además de retrato, sea una buena pintura al modo en que lo son otras obras del pasado con el mismo tema: no puede haber indagación por parte del pintor –para eso hubieran sido imprescindibles largas sesiones de posado y numerosos dibujos y esbozos previos– en el carácter verdadero de cada personaje, en su alma si se permite todavía decirlo así. Todo lo que se le ha dado al artista son unas poses fotográficas, a su gusto seguramente, pero tampoco es el tipo de fotografía que se cuela en el alma –no creo que se lo hubieran consentido y, además, todo el protagonismo hubiera sido de la foto y entonces ¿para qué pintar?– sino que se trata de imágenes muy tópicas, hechas para salir bien.

Con esos mimbres no se le puede pedir más cesto al artista que el que nos ha dado y ya está bien. Recuérdese la carta de Felipe IV en la que manifiesta su deseo de no dejarse retratar más, ni siquiera por Velázquez, por no someterse a la tortura del posado y la morosidad del pintor.

No lo sé a ciencia cierta pero supongo que las dudas de Antonio López para firmar el cuadro de una vez han debido ser más de tipo ético (y eidético) que estético. Se ve en los detalles que se han publicado aunque sólo pueda intuirse en la reproducción de la obra completa: está todo en su sitio pero todo está abocetado, de ahí el hecho de que podría seguirse el cuadro. Seguir buscando tono, matiz, textura, sfumato donde sea necesario… pintura.

Ahora hay que mojarse y dar una opinión sin dejarse llevar por el aprecio y afecto hacia nuestro primer pintor realista: ¿Es una buena pintura? Sí, en la medida que el artista ha debido bajar a los infiernos –y qué infiernos tan helados, tan despojados de atributos y al tiempo tan banales– y ha conseguido volver sano y salvo, con la decencia intacta y su oficio de pintor como reluciente escudo para librarle de las asechanzas de Gorgona, la de los terribles ojos.

 

 

Cabeza reina b&n