Meter bisturí

 

00129-502x750

 

Se ha afinado mucho en las técnicas de análisis sobre los procedimientos pictóricos de los grandes maestros. Ha pasado de ser una curiosidad científica a que todos los museos de importancia estén dotados de laboratorio.

Avanzaremos más cuando podamos usar técnicas no invasivas de análisis y, del mismo modo que sabemos actualmente la temperatura de un muro o el porcentaje de la humedad que lo afecta sólo apuntando con una cámara, se podrá tener información completa de todos los estratos o capas que componen una pintura sin necesidad de dañarla.

En el presente las consecuencias, bastante fiables, que se obtienen se deben a pequeñísimas partículas de las capas pictóricas obtenidas mediante bisturí. Como es de sentido común, no se puede llenar de piteras un cuadro para saber cómo está hecho y hay datos que han de ser extrapolados.

Para mí el nudo de la cuestión es dónde se mete el bisturí y por qué. No siempre el criterio del científico coincide con el del historiador. No mencionemos al pintor porque podría ser tremendo dado el estado del arte en nuestros días. Ya no tenemos a un Sorolla subido a la escalera metiendo las narices en todos los Velázquez, con el permiso de su amigo y entonces director del Prado Aureliano de Beruete. No por curiosidad sino para obtener resultados prácticos aplicables a su pintura.

Aunque no interesa al arte reduccionista actual saber cómo trabajaban los grandes maestros este conocimiento es importante para los historiadores del arte, para los restauradores y para el mundo de la conservación en general pues, sabiendo cómo es algo, podemos intervenir con conocimiento de causa y apreciar sus posibles males.

*

Estos días reviso el trabajo de Garrido sobre Velázquez y una recopilación de ensayos técnicos sobre Rembrandt escritos por miembros del gabinete técnico de la National Gallery de Londres. Hay asuntos que cuestionar pues una cosa es conocer el paño y otra las hechuras del traje. Pero no es un blog el lugar adecuado para plantear este tipo de cuestiones. Basta con decir que el estudio de aglutinantes, preciso a grandes rasgos, no afina suficiente en las minucias, que es lo importante. No es tanto un problema de los analistas como de las imprecisiones del sistema utilizado. No hay otro en la actualidad pero hay que saber que la adición de apenas un cinco por ciento de otra materia al aglutinante lo modifica sustancialmente.

*

Sale en la tele un cantante apayasado, de los que fabrican para las adolescentes. Va vestido con andrajos, como un pobre de los de mi niñez, aunque debe ser más que millonario. Será moda o que el chico se encuentra arrebatador así vestido pero no hay peor burla de la pobreza que encontrarla fashion y fotogénica.

*

Hay artistas que estaban acabados pero consiguen resucitar y que les vaya bien en su nueva vida. Hacen que añoremos al de la anterior porque entonces le creímos mientras que ahora, por muchos lazos que trate de tender entre ambas, nos damos cuenta de la mentira.

Cuando a uno lo dan por muerto habría que tener la decencia de no resucitar salvo que venga Cristo y nos lo ordene.

*

Eran mariposas marinas, de un color y textura exquisitos. Y digo bien porque el cuerpo resultaba delicioso. La peculiaridad, además de poder volar bajo el agua, era que –al poco de comerlas– volvían a estar vivas y dispuestas para otra zambullida.

*

Parece que la temida Gestapo nunca contó con más de 45.000 efectivos para Alemania y todas las zonas ocupadas. La mayor parte de los expedientes abiertos lo fueron a denuncia de parte, vulgo chivatazo. Los comunistas denunciaban a los comunistas, los judíos a los judíos. A pesar de que los pastores protestantes juraron masivamente fidelidad al régimen nazi y de que hubo sacerdotes católicos que colaboraron de buen grado con él, hubo muchos conflictos entre los cristianos y el nacional-socialismo. Para buena parte de los religiosos fue intolerable el trato dado a judíos y opositores y pagaron con la tortura o la muerte. Aunque le han solido adjudicar a Brecht lo de «vinieron a por los comunistas pero nada hice porque yo no soy comunista…» no es suyo sino un fragmento de sermón escrito por el religioso Niemöller.

Todo ello resulta desolador por lo que enseña sobre la naturaleza humana cuando el miedo se apodera de las personas.

*

De niño, y también de joven, oí a mi padre referirse en repetidas ocasiones a cierto tipo de música como «ratonera». Me pareció acertado y expresivo pero no le pedí que me lo aclarase y por ello no sabía si era cosa suya o se utilizaba en su juventud. He mirado en Google y el término existe, viniendo a significar música de mala calidad y mal ejecutada. Hoy, que sonaba música de la Movida madrileña en la radio del vecino, he recordado el desdén de mi padre y lo bien que le cuadra lo de «ratonera» a tal musiquilla.

*

Pues no lo sabía y me gusta: en el VII a.C. ningún ciudadano micénico podía participar en el gobierno más de un año de cada diez.

Salvando que se trataba de ordenar la recogida del grano, recomponer defensas, alguna guerra de vez en cuando y que ahora se nos complica todo, deberíamos dejarlo en ocho años, que parece una cifra decente.