Si las ovejas mordieran

 

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Resulta obligado decir algo de la muerte de Castro aunque el hecho es saber si con el tirano muere la tiranía y parece que no. La salida tranquila para Cuba es hacerlo ‘a la rusa’, con los jefes del Partido Comunista y del Ejército (que viene a ser lo mismo) asociados a inversores extranjeros –norteamericanos de preferencia, por proximidad– y con el pastel repartido. Lo demás implica tiros y sangre.

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El agua corre bajo el puente y ahora se manifiesta la utilidad de los ojos más pequeños: el pasado viernes los montes rezumaban agua y la corriente fluía por ellos, camino del Tajo. Esta mañana se oían latidos de perros y tiros en alguna montería, lejos, en las inmediaciones de Monfragüe. Mons fragorum (Áspero, intrincado, lleno de quiebras, malezas y breñas). Aquí me quedo, en lo fragoso.

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Leo que Plinio el Viejo dice ‘que son las aguas las que hacen la ciudad’. Cierto y qué complicada la vida de las ciudades sin río. Es un derroche de exquisitez cívica montar obras de ingeniería para traer agua a la ciudad cuando un río la circunda. Buscar aguas más puras o facilitar las conducciones públicas. El acueducto de los Milagros en Mérida, la conducción de Manuel Pardo en Trujillo desde la Garganta de Santa Lucía en Las Villuercas, cuánta civilización implican.

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Te corresponde a ti defender mi nombre hasta que pueda defenderse solo.

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Si las ovejas mordieran el lobo se moriría de hambre. Es la evidencia de que la vida no sabe del orden.

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Los secretos de nuestra inmortalidad corporal se encuentran en el tardígrado, no en Dawkins ni Hawking.

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Las excelencias del jamón están directamente relacionadas con la momificación egipcia: aquel pueblo descubrió que los cuerpos no se corrompían si se enterraban en tierras salinas. El asunto es sacar el agua, dejar fuera lo putrescible. Ajamonarse o amojamarse, clave para una u otra vejez.

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Para qué tanto esfuerzo con las academias si terminan haciendo obras de una cursilería que hace imposible defenderlas. El mismo estudiante que te sorprende con un estudio anatómico de primera te abochorna dos o tres años más tarde con un cuadro ‘libre’, en el que pone a una joven en cueros compitiendo con una foto de porno soft. A ver cómo defiendes eso.

Tratamos de mantener los fundamentos de un arte que ya no tiene sitio, de unos conocimientos técnicos que se desarrollaron a lo largo de siglos para poder retratar a X o describir la expulsión de los moriscos del reino de Granada. Y eso se acabó con el cine y la fotografía, que pueden reproducir la muerte de Sardanápalo con precisión de ajedrecista ruso.

Se recuperan todos los elementos necesarios para describir pero la descriptiva ya no forma parte del arte. Bonito asunto.

Hay uno de estos chicos que es tan buen anatomista que Rubens no hubiera dudado en contratarlo como ayudante. Aunque, con toda su ciencia, no es capaz de poner delante una obra que no haga bostezar.

Otro, más humilde, pone su caballete frente a un bouquet de flores recién cortadas y nos lleva a pensar en Fantin. Todavía no llega pero tiene tiempo porque es joven. Ciertas obras suyas resultan conmovedoras.

En qué parará esto, que se mueve fuera del tiempo marcado por instituciones y marchantes. Qué lío.

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FB, del Centro José Guerrero de Granada, me envía un catálogo y unas afectuosas palabras manuscritas en un tarjetón. Es muy amable por su parte y pienso que, de habernos conocido hace treinta años, algo hubiéramos podido hacer juntos. Lo que queda ahora es asistir a las postrimerías de los padres –cada viaje a Granada es un puñal venenoso en el corazón–  y encarar la propia. Tal vez cuando esto pase.