Todo un honor

 

Paso muchos días en la que fue capital romana, trabajando. Actualmente es una ciudad absurda, con sus ruinas del pasado y los nuevos emblemas que celebran la capitalidad política de la región. En su día pensaron que el título correspondía a Trujillo, que es el epicentro de Extremadura, pero acertaron apoyando la opción de Mérida. Gracias a ellos, una vez más, la ciudad en la que vivo se ha visto libre del desarrollo bestial. Suficiente hemos catado mientras la población, lejos de aumentar, disminuía imparable, como muestran las caries urbanas.

Parece absurdo recordar los días secos del invierno, cuando había agua en la presa para un mes. Está siendo la primavera más lluviosa de las que tengo vividas en esta tierra. Llegará el calor y echaré de menos estos dichosos frescores.

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La piel de mis manos se ha vuelto muy delgada y brillante. Días atrás pinté complacido un tema que requería de mucho detalle. Ha supuesto un esfuerzo penoso: debía descansar los ojos cada dos o tres horas porque mi vista perdía acuidad y se volvía imprecisa. Seguiré con los pinceles grandes.

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¿Y si los borroncillos crueles (Palomino dice acerca del modo de pintar) de Velázquez no son fruto de pensamiento pictórico sino vista cansada o como quiera se llame? Al Greco se le buscaron las vueltas por estirar las figuras al absurdo –algo explicable en un asiduo de la Maniera– y sobre Velázquez tengo leído hasta el ensayo de un médico que afirma, por lo poco escrito que se conserva de la dolencia final, que murió de pancreatitis. A saber.

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Echo de menos el mar. Mucho. Me crié a su vera y me gustaría pasar los últimos años teniéndolo cerca. No aquel mar que ya se comió el tiempo. Cualquier mar que esté al norte y sea bravo, con rocas y acantilados, frío, ruido y espuma.

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No importa tanto respetar a los animales como que ellos nos respeten a nosotros. No es asunto fácil aunque lo parezca.

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Sólo soy un artista, no una persona de verdad –dice Floki el Vikingo.

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La pintura es, o era, un oficio. El arte es otra cosa. Mientras fue oficio era complicada y poca gente se dedicaba a ella. Al desaparecer los mecenas, tras la caída del Antiguo Régimen, los pintores tuvieron que convertirse en artistas. Con el Arte Moderno la pintura se liberó (sic) del oficio y se convirtió en arte. Un paso más y estamos en el arte recreativo y democrático, algo que puede hacer cualquiera (un tipo que se hace el muerto en la playa, otra que se parte las narices contra una pared, uno más que convoca inmigrantes que no aparecen porque están escondidos…)

Al mercado del arte no le interesa la pintura sino, fatalidad semántica, el arte. A los realistas extremos les perdonan la vida porque forman parte, más o menos, del Arte Moderno.

Lo siguiente es la entrada en escena de millones de pintores recreativos chinos. A los copistas de museo ya los han dejado sin trabajo.

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El cometido actual de las galerías y merchanes de arte no es vender pintura a la gente sino hacer de intermediarios entre artistas y administraciones públicas, su principal y –en bastantes casos– únicos clientes.

Carecen de utilidad para los pintores, hay que buscarles alternativa pues su ciclo pasó hace años.

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¿Cómo se atreve a mostrar pinturas que ignoran por completo el Movimiento Moderno, incluyendo los realismos histéricos? ¿Pero quién se ha creído que es: Beruete, Regoyos o alguien así? Todo un honor, oiga.

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Este tipo sólo habla de sí y de sus obsesiones. De lo primero porque oí decir a una persona de respeto el ‘hablo de mí porque es lo que mejor conozco’. De lo segundo porque no querrás que hable de las tuyas, que me importan tanto como puedes suponer.

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Picasso –vuelta la burra al trigo– no era gran cosa como pintor pero sí un artista de primera. No hacía pintura sino arte. Incluso con mayúscula en algunos casos. Hay que ser alguien para coger el manillar y sillín de una bicicleta y decir que es una cabeza de toro. O mejor: eso lo puede hacer hasta Miguelito pero hay que ser muy artista para que te paguen dinero por ello –en gran cantidad– y la broma termine en un museo, entronizada y despertando beaterías en un mundo de cultura básica y estudiantes de arte sin dotes naturales. Tampoco Cézanne era pintor, o mejor dicho, era un mal pintor y es uno de los padres del Arte Moderno. Creo que si se entiende la diferencia entre pintor y artista saldremos todos ganando.

 

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