Cuanto antes

 

 

El destino de todo pintor realista es hacer bodegones y naturalezas muertas en la vejez. Un artista que falleció hace unos años me lo soltó con plena claridad: ‘Nada de lo que pase en las calles me interesa tanto como lo que sucede en mi casa’. Vivía solo, así que se refería a la vida de las cosas revelada por la luz y la sombra.

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Para que haya mucha luz tiene que haber mucha sombra. Los días grises, difusos, aplastan los colores y reducen los contrastes.

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A días y ratos siento la tentación de escribir algo que tenga sentido. Quiero decir, un sentido literario, de escritor. Esta mañana, apenas amanecía, estaba tumbado en la cama leyendo. No llegaba ni el soplido más leve desde el exterior. Me sentí en tiempo suspendido, a medio camino entre la ficción que me absorbía y una indolencia que me impedía levantarme, como si todo careciese de importancia, incluyendo mi propio cuerpo mortal.

De ese estado me sacó el tintineo de una cucharilla en la taza de café. Ch. desayunaba en el patio. Salí de ese estado malsano convencido de lo peligroso que es hacer literatura.

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Contra el blanco de la imprimación cualquier cosa es color, pero el color de la pintura sólo aparece cuando toda la superficie está cubierta. Coge un poco de color sucio, restriégalo con fuerza contra el lienzo blanco y parece algo. Pero no tienes nada.

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En la pintura realista hay dos formas básicas de proceder: apretando mucho el dibujo y coloreándolo después en lo que sería una descriptiva de lo que tienes delante. Se supone que, con buena vista y mano, puedes llegar muy lejos en la minuciosidad de los detalles. Necesitas una superficie imprimada hasta la total lisura, pasarla de piedra pómez y sin rastro de textura inferior.

La otra consiste en contar con la mirada del espectador, sabiendo que si pones dos datos ciertos la mente del que mira colocará el tercero con exactitud. Es una pintura que sólo han podido hacer bien (en el sentido de la dignidad del pintor) algunos grandes maestros, el resto se queda –nos quedamos– en esgrima. Pero se intenta, hay que intentarlo.

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Parece que se nos muere Aretha. Qué no habrá hecho con la voz esta mujer, desde cantar en la parroquia hasta versionear temas de los Stones. Y todo lo que hay entre medias. Siempre bien, con ese poderío que en sí mismo ya es espectáculo y da ganas de pagar la entrada.

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Tiempos de cambio, la gente agitada, intranquila. Se percibe a la política, a los políticos, como una amenaza seria para la vida. La regeneración social de España pasa obligatoriamente por reducir brutalmente el número de políticos, hacerlos salir de nuestras casas y dormitorios, de las universidades y centros de investigación, exigirles discreción, menos ruido y más pudor. Y que dejen de confundir la educación con la cultura cuanto antes.

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Un poema enviado por P.R. Jiménez, amigo y compañero inseparable de tantas historias juveniles:

Cegado por mañanera luz,

vuelvo a leer tus versos,

la energía se derrama, áurea y diáfana,

el pensamiento borbotea palpitante,

se trasmite en signo sin señales,

un rumor de pleamar en el cerebro.

Milagro de la técnica electrónica,

misterio de entresijo de neuronas,

energía solar y cerebral en el espacio,

y al amigo conectado como antaño.

Pensar en pensamientos luminosos,

anhelar romper los límites soñados,

el hombre y la vida es un misterio,

yo lo vivo en un sencillo pensamiento.

 

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