Senderistas

 

 

Acaba de divorciarse y para combatir el aburrimiento se ha hecho miembro de un club senderista con el que se dedica a recorrer caminos y subir a los picos. Debe equiparse y como es metódico e interesado termina por saberlo todo acerca de botas, forros polares, gore-tex y el resto de parafernalia.

Al año siguiente camina solo y disfruta más que antes. Es muy parco y sólo lleva en la mochila un bocadillo pequeño y una mandarina, además de la botella de agua. También se ha comprado un impermeable completo con botones en la bragueta.

Un día le pregunta por su actividad la cajera del banco. Es una mujer de su edad, todavía apetecible. Comienzan a salir juntos y ella parece muy interesada por acompañarle en sus excursiones. Él habla como llevaba años sin hablar. Le explica las ventajas de un tejido sobre otro, de una determinada marca de botas, de tal o cual sendero. Ella escucha interesada.

En unos días se están acostando juntos y él pretende regalarle todo el equipo. Ella acepta a regañadientes pero no pasa por ciertos detalles femeninos que él se empeña en incluir. Realmente, él tiene un cierto miedo de que ella no esté en buena forma física y eso cree dificultades en la marcha pero no es así pues ella camina con soltura y a buen paso.

A la vuelta suelen descansar un rato en algún local en el que pasarán la noche. Ella bebe siempre whisky y hacen al amor hasta muy tarde a pesar de estar cansados. Él toma refrescos de cola sin azúcar.

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Han cogido soltura y la relación marcha. Él piensa proponerle algo más serio aunque espera alguna señal. Durante una de sus excursiones él quiere rodear un campo de helechos y ella desea saber por qué. Él explica los problemas: las esporas son muy gruesas y pueden intoxicar y, además, suele haber muchas garrapatas, que transmiten la enfermedad de Lyme. Le dice que la única manera de pasar por allí es metiéndose los pantalones bajo los calcetines, bajando las mangas y atándose un pañuelo a modo de mascarilla. Insiste en que no es aconsejable pero ella hace los preparativos para atravesar los helechos. Él no la acompaña y rodea el campo.

A la bajada él deja de preocuparse por ella y aprieta el paso. Al poco la oye gritar. Retrocede y ve que no le ocurre nada. Pregunta y ella le dice que ha gritado por placer.

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Antes de las Navidades siguientes él hace planes para pasarlas juntos pero ella le dice que está invadiendo su espacio. Él no entiende qué le pasa y pregunta si tiene otros compromisos. Ella responde que no.

Durante las Navidades, que pasa solo, vuelve a tomar contacto con su club senderista. Tienen unas excursiones programadas que, ahora, le apetecen mucho.