Pájaros

 

Marismas

 

Una zona suburbial y peligrosa. Me equivoqué de camino y he terminado aquí, demasiado tarde para rectificar y buscar en la oscuridad la orientación correcta. Un grupo de niños malencarados nos tira trozos de ladrillo de las ruinas que nos rodean. Mi acompañante se vuelve y da un par de bofetones al que parece ser el jefe de grupo. Después se recoloca la cámara de un modo conveniente. Le pregunto si piensa que ha actuado bien. No lo duda ni un instante pero pronto nos llueven ladrillos enteros y hemos de salir por pies, atravesando ruinas, en una dirección que no sabemos dónde nos conduce.

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Encuentro a Miguelito en Madrid. Anda pordioseando aunque no lo necesita. Es un hábito que ha cogido por lo mucho que le gusta el café y su hermana, que le administra los fondos, no le consiente tal vicio. Por eso pide y es capaz de cruzar la plaza si te ve para pedirte un euro, precio universal de una taza de café con leche.

No estoy dispuesto a dejarlo en Madrid y mi problema es cómo traerlo de vuelta al pueblo pues llevo el coche ocupado. Miguelito lo resuelve al instante convirtiéndose en un bebé.

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Mi padre me hace algunas indicaciones sobre negocios. Me muestra sus ahorros, que son extrañas monedas y esculturillas arcaicas, tal vez paleolíticas, de algún metal precioso. Siento un gran desasosiego pues ignoro el valor de todo eso aunque mi padre afirma que es mucho. Yo sólo pretendo recuperar mis cuadros infantiles, que están colgados en la casa familiar.

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No solemos pensar en los pájaros. Nos invaden sensaciones a través de ellos pero no preguntamos el porqué. Aunque veinte ruiseñores posados en los oscuros laureles puedan abrirnos el pecho con sus cantos, sólo notamos que la alegría nos inunda.

O cuando vemos a los gansos o las grullas, en perfecta formación, atravesando el valle del Pedro Gómez. Emocionantes sensaciones. La llamada triste del búho en la noche de verano.

Tampoco pensamos por qué el interés por las aves aumenta con los años, a medida que nos hacemos mayores, a medida que se va acercando la muerte.

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La naturaleza, como el artista barroco, detesta el vacío.

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Solemos creer que nuestros problemas tienen su origen en situaciones mientras que las de los demás son causa de su personalidad. Dicho de otro modo: la forma en que veo las cosas es la que realmente tienen. La forma en que tú las ves está sesgada por tus planes.