Tanta muerte

 

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Lo que hay al principio es la realidad y el blanco. Después de buscar las metáforas convenientes se llega a un compromiso entre la realidad y la obra: ésta no es aquella pero la representa dignamente. Siempre es así.

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Lo que menos abunda en la naturaleza son los colores vivos. Por cada nota de ellos hay kilómetros cuadrados de tonos mezcla, de grises coloreados. No podemos representar todos los matices presentes pues la naturaleza pinta mejor que nosotros y no necesita de un tono claro para aclarar o un oscuro para oscurecer. En nuestro caso, al tiempo que aclaramos u oscurecemos, enturbiamos también el tono y hemos de pelear de nuevo para recuperar el matiz.

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Los pintores de salsilla hacen cuadros engañabobos pero faltos de consistencia. Producir efectos es necesario pues la naturaleza se compone de bordes suaves y bordes duros; sin embargo quedarse en los efectos resulta muy decepcionante. Una pintura de tonos francos, sin refitoleo, siempre es preferible.

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El refitolero suele ser cursi, además. La cursilería es uno de los mayores pecados contra el espíritu pues aparenta sensibilidad cuando sólo hay afectación e impostura, es decir: mentira.

A quien le gusta la pintura refitolera le suele gustar la literatura y la música del mismo carácter. Por completo vomitivo.

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Hay que ser cursi y refitolero para mandar cincelar a la entrada de tu casa una cita de Virgilio. Cosas así se pueden pensar pero jamás exhibir, del mismo modo que reservamos -por pudor- algunas cuestiones privadas. Cuando se perpetra algo de tal naturaleza, nulla est redemptio.

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Hoy ha sido el primer día de las nieblas de noviembre. Hacia las cuatro y media de la tarde quiso asomar el sol pero no tuvo fuerza para disiparlas. Por la ventana del estudio, llegando desde el alcazarejo de los Altamiranos, entró un golpe de luz muy dorada: fría, nueva, pulida.

Ayer, en la carretera de Guadalupe, en los llanos de Las Infantas, los verdes nuevos parecían pintados por un niño aplicado, luz áurea y azulada la sombra. Luz frágil, cristalina, a punto de romperse. Era tan interesante lo que ocurría en el suelo que apenas presté atención al celaje, que venía a ser una suerte de etcétera.

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Echo de menos a N. Sus peleas con la historia, menos enconadas que con el presente, resultaban muy entretenidas y lo hacían entrañable. Las ciudades y los pueblos son escenarios temporales de interesantes vidas. Mientras están con nosotros nos parece que ese es el carácter del sitio. No resulta fácil olvidar la tristeza de la segunda estancia en Cuenca, con los amigos muertos y la ciudad convertida en lugar ajeno. Sólo en casa, con la presencia de la familia, resultaba soportable tanta muerte.

Por mucho que te empeñes, siempre serás forastero -me dijo en 1981 una persona amigable y tan de otra provincia como yo. Menos que yo, en justicia, pues hasta ese año mi vida fue puro andar de un lugar a otro, primero siguiendo a mis padres y después a golpe de trabajo y necesidades. Él llegó de niño con su padre maragato y aquí ha hecho la vida. Cuando nos paramos en la calle, aunque no lo percibe, me resulta imposible no recordar Astorga y la falda del Teleno con nieve, las truchas del Eria y Castrillo de las Piedras.

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Para no terminar la entrada con muerte: Veritas, Claritas, Simplicitas. Verdad en el concepto, claridad en la exposición y sencillez en los medios. Cúmplelo a rajatabla porque no hay mejor programa estético.