Amapola en sales de plata

 

Unknown

 

Las Femen se abalanzan desnudas sobre un cardenal católico y le arrojan prendas íntimas. Elena Valenciano echa sapos y culebras por la boca a cuenta de un supuesto derecho a decidir de las mujeres –y sólo de ellas– sobre la criatura no nacida.

Pero no las veo perseguir al príncipe Felipe (al rey no, que estaría encantado de ver tanta carne al aire) por algo que, tras ser irracional –la monarquía–, ofende toda consideración a las mujeres: suplantar a su hermana mayor por el hecho de ser hombre. La Ley Sálica sigue funcionando en España pero la Valenciano guarda silencio, se mete los reptiles y batracios donde habitualmente los lleve. ¿No deberían ajustar cuentas, si de promover la igualdad entre mujeres y hombres se trata, con el usurpador? ¿O hablamos de otra cosa, más desvergonzada y canalla?

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Los partidarios del aborto suelen tirarte a la cabeza lo que, según ellos, es el argumento definitivo: el nonato no es todavía un ser humano. Conciben así la vida de la persona, como una sucesión de estratos o edades, en lugar de un continuo en el que no es posible introducir cortes temporales sin violentar su naturaleza. ¿Está más acabada una persona –es más ser humano– tras nacer o cuando tiene dos años, antes de nacer o cuando ha alcanzado la edad madura? No son conscientes los abortistas del lío ontológico en que se meten, de la tremenda –y terrible, por criminal– irracionalidad de sus argumentos.

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La gente intrigante no descansa. Metió al tipo en un lío espantoso prometiendo que sería su testigo; éste presentó denuncia y el testigo declaró un par de cosas que le invalidaban como tal. Menuda burla, todo para que el denunciado le prestara atención y seguir intrigando. Vade retro.

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Ayer, de charleta en la plaza Mayor de Salamanca con un tiempo estupendo y la gente joven tirada en el suelo, vi pasar a Félix de Azúa con una señora. Serían las cinco de la tarde. Era él, sólo que bastante más gordo de lo que yo recordaba. A punto estuve de levantarme y saludar pero ¿qué le dices a alguien que se da el pico con tus odiadores? Todo pasó muy deprisa –Azúa también- y no me levanté de la silla.

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Recibo un texto con fotos de época de la boda de Miguel Fleta con una pariente. Ella guapa y delicada, él una de las grandes voces operísticas de su tiempo. Amor a primera vista y un tiro que pudo ser mortal a la cabeza del padre, alcalde de Salamanca a la sazón.

La foto, con la gente agolpada en la plaza vitoreando a los novios, es para verla. Recuerdos en sales de plata, roce de la luz –con su carga de energía positiva– sobre el receptivo metal. Amapola en la fiesta de familia y dos niñas transportadas al lugar de los sentimientos.

 

(continuará)