Vida contemplativa

 

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Uno de los tipos más pedantes que he encontrado decía siempre Witt para referirse a Wittgenstein. Con ello quería hacer notar su familiaridad con la obra del filósofo vienés. Siguiendo el manual de instrucciones podría haber llamado Aris a Aristóteles y Fred a Nietzsche.

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El tropismo es toda una habilidad. Por ejemplo hacer que la filosofía produzca fama y dinero.

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Creo que está bastante claro que la mano blanca de la Transición fue Kissinger. No sólo sentía una simpatía muy viva por Juan Carlos de Borbón sino una franca antipatía por Carrero Blanco.

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Granada es ahora una ciudad comercial y bulliciosa y, sin embargo, agradable. Debe ser por la limpieza del cielo y la nieve a lo lejos. Mis recuerdos de hace más de medio siglo se resumen en el tranvía que recorría la vega –hoy perjudicada por construcciones sin gusto ni carácter– y un caserío que se difuminaba en campo. No olvido los peces engañados con higos maduros.

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Comida muy emotiva. Terminada esta mi padre nos entrega a cada uno de sus hijos un libro hecho con primor en el que nos cuenta lo que no sabemos de su biografía y habla de las cosas que ama.

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Antes del viaje estuve oyendo cantar al coro de hombres de un cercano monasterio. Después me contó el amigo que los dirige que hay días en los que no tienen qué comer. Aislados en mitad del campo puede ser que nadie se acuerde de ellos. Este invierno ha debido comprarles calcetines y ropa interior pues ya no tenían y el frío les mordía la carne. Qué hacer con unas personas consagradas a la vida contemplativa y que cantan divinamente.