Lanzas y petroglifos

 

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Situación perfecta: la cabeza llena de ideas y las manos llenas de callos. Sin hacer cosas con las manos no adquieres la experiencia necesaria para tener una opinión fundada. Lo que distingue al buen pintor del malo no es tanto la técnica (que también) sino la calidad de su respuesta en la transposición del mundo real a pintura. Hay respuestas idiotas, agudas y sensacionales. Pero cuidado: el deseo de ser sensacional todo el rato puede llegar a abrasarte el cerebro, desde la nuca hasta las cejas.

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Mi idea del fracaso del Plan Badajoz no estaba bien fundada. A todos les dieron la misma tierra y al cabo de diez años bastantes la vendieron y se marcharon. Yo lo interpreté en la clave equivocada: unas familias son más trabajadoras que otras. Pues no y me lo aclara un amigo que lo vivió: la gente se marchó porque no podían soportar la tiranía del ingeniero agrónomo. De tal modo les quitaron la libertad que sólo podían trabajar a las órdenes del técnico y a su dictado. Algunas familias no aguantaron más y se fueron.

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Leído en el diario de guerra de un soldado del Ejército Rojo: Me abrigaste en malos tiempos / con la generosidad de tu cuerpo sin compromiso. / Si ocurre lo peor / si los días de mi vida están contados / recuérdame de cuando en cuando / recuérdame con una palabra amable.

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Mi manía a ciertos artistas y escritores no es tanto una cuestión personal como aversión hacia el modo en que se muestran en público como seres humanos. No podría ser de otro modo, aislado como vivo.

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La gente de mi generación descubrió el Gulag y los crímenes de Stalin con Solhenitzin y la denuncia pública de los filósofos de la llamada NFF. Pero hay un error de bulto, que demuestra por otra parte la desconexión en que vivíamos con el resto del mundo. Los intelectuales y creadores franceses que, tras la II Guerra Mundial, militaban en las filas del comunismo conocían en buena medida los crímenes del Monstruo Rojo. Unos miraban hacia el suelo, otros los justificaban y Beauvoir consideraba sospechoso de fascismo a quien insistiese en ello. La posición de los defensores del comunismo estaba fundada en que , con crímenes y Gulag, Stalin representaba una opción moral mientras que los Estados Unidos no aportaban nada en este sentido sino en el irrelevante terreno de la libertad personal que era, ante todo, libertad económica. Sin embargo Aron opinaba que un debate de tal pobreza conceptual sólo podía darse en Saint-Germain-des-Près. Beevor afirma en nuestros días, con toda firmeza, que es imposible construir utopías levantadas sobre fosas comunes.

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Creo que pocas escenas describen tan bien la monstruosidad hitleriana como lo escrito por un oficial soviético en su diario de guerra. Cuenta que un mozalbete, un niño casi, se levantó de una trinchera, sin uniforme y con una gorra de tela en lugar de casco, le apuntó con su metralleta, disparó sobre el ruso y no le acertó con ninguna bala. Entonces tiró la metralleta al suelo y se puso a llorar. El oficial se acercó y le propinó una buena bofetada. Al muchacho se le congelaron las lágrimas y salió corriendo hacia su casa

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Los comunistas franceses, controladores de la realidad política de su país tras la guerra, encontraron la pregunta adecuada para quien quisiera afiliarse: ¿Qué opina del pacto entre Hitler y Stalin? Sólo había una respuesta satisfactoria: deposité toda mi confianza en Stalin.

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Soy muy terreno. Si pierdo pie me voy al campo en completa soledad. El aliento de la tierra y la respiración de las plantas bastan para armonizar mis hilos enredados.

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Ayer un tal Daniel Arjona me censuró en FB por decir tres cositas de la traducción del Quijote del castellano al castellano por Andrés Trapiello. Parece que semejante desatino tiene origen en la supuesta necesidad de acomodar a nuestro primer escritor en el lenguaje actual. Es otra de las polladas trapiellinas y no hay modo de mantener eso en pie con algo de coherencia intelectual. Colocaba en FB el Daniel Arjona (que debe ser uno de esos muchachos de lengua marrón y aliento fétido) la primera parrafada del libro, la tan conocida «En un lugar de la Mancha, etc» y ésta sola ya contiene dos cosas a advertir: «traduce» lanza antigua por lanza olvidada –una cursilería marca de la casa– y confunde el guiso castellano «ropavieja» con «ropa vieja» (sic). Después el Daniel Arjona celebraba la portada, que es un refrito de las clásicas sesenteras de Destino pero buscando el símbolo que nos deje pensativos: las sombras que se proyectan sobre el solitario caserón manchego no son las de los habituales molinos de viento sino de los que generan electricidad. Lo de siempre con este autor: nos toma por tontos con ese estilo suyo, tan de cogote estirado, con su habitual «No, si yo ya, ya yo…»

La poetisa Blanca Andreu colgó entonces un artículo de partirse de risa publicado en El Mundo Today y arreó con dos aportaciones suyas que no resisto traer aquí. Se trata de «traducciones» de García Lorca al castellano actual. Ahí van.

MUERTE DE ANTONIO EL CAMBORIO
Pues tío, que va un gitano con una moqueta que te cagas
tipo moro y tal y en plan marciano, tío, con el pelo verde
y con una voz medio de tía o no sé, pero de tío
y le mete un sirlazo su propia peña, tío,
sus primos, tío, qué fuerte
con mogollón de sangre y tal
por los zapatos, tío, que eran de puta madre
y va el pavo y se queda como un euro, to muerto en la otratumba.

 

LA AURORA DE NUEVA YORK
Ná, tío, una mierda, tío
una mierda que te pasas
allí se han pasao siete pueblos, tío
no hay más que mierda
te levantas del sobre
y ves a toa la peña de mala hostia
porque todo es una cagada
y pierdes la loción del tiempo
porque sabes que te vas a la mierda fijo.