Andar llevando y trayendo

 

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Me aburre repetirlo y, si no fuera porque surge ‘los que entienden de arte‘ y ‘habrá quien sepa entenderlo‘, no me molestaría en hacerlo otra vez. No hay nada que entender y, de haber algo, es mejor que no lo entiendas.

El negocio es tan burdo en la forma como sucio en el fondo. Un pulpo metido en formol o cualquier otra ocurrencia sin precedentes. Se expone en feria y derecho al museo o como se quiera llamar. Hay que avalarlo, alguien tiene que hacerlo (pagando adecuadamente es fácil). El pulpo, más formol, más pecera: ciento cincuenta euros. Avalado y en el museo, un par de millones por lo menos.

Parece que están tontos pero quiá. Los tontos somos los demás. O tal vez no pero se necesita, como en ‘Los ladrones somos gente honrada‘ de unos cuantos ‘ganchos‘ que no tenemos. A ver quién tiene un rey, una reina, un presidente de gobierno o de comunidad autónoma que le inaugure el pulpo. Y auténticos.

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Para defender la vida (el feto humano, el anciano) fue necesario hablar de vida celular y dignidad humana. Con los ‘ideales materialistas‘ nos colaron sin avisar una sociedad agnóstica, depresiva y suicida. Mal negocio.

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Que pueda mantenerse una idea en el tiempo y sin contradicción no significa que sea verdadera.

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Los materialistas tienen escaso sentido de la realidad y notable incapacidad para ver el absurdo: gastamos millones y millones en descubrir vida en otros planetas y en éste nos dedicamos a abortarla. Gen egoísta no, gen idiota.

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Pour épater le bourgeois. Y así durante siglo y medio. El burgués no se epata con nada: inventó el arte moderno y el urinario hecho arte, la música de ruidos y el lanzamiento de pintura contra el lienzo. Lo único que de verdad lo epata es verse cada día más pobre.

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Parece flotar en el aire el fin del capitalismo. Sin embargo la extrema izquierda europea, alianza anómala de comunistas tradicionales, ácratas y otros antisistema, no parece convencer de sus bondades más que al habitual grupillo de profesores y gente cabreada y huraña.

Meten mucho ruido y parecen más de los que son por el crédito de que gozan en los medios, siempre dispuestos a jalear y alentar follones. Los comunistas de salón, muy abundantes en los medios artísticos y periodísticos, aplauden con ganas. Llegan a verlos como alternativa de gobierno, sin pararse a pensar lo que sería de todos (de ellos también) y las consecuencias de su disparate.

Lo que está ocurriendo, y eso sí es muy peligroso y debe ser tomado en serio, es el empobrecimiento de las clases medias, tan necesarias para mantener una sociedad tranquila y próspera.

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No existe moda nacida en USA que no haya terminado inundando Europa. Francia fue la más resistente pero cayó muchos años atrás. Conocí en la juventud una sociedad francesa campesina y aristócrata, que parecía impermeable pero era cuestión de tiempo que entregara barcos y honra. Donde cenamos con Mme. de Chabot hay un Buffalo Grill.

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Me gustan los toros y he pasado muy buenos momentos en las plazas. Pocos, porque mi vida no ha transcurrido de modo que me fuese fácil frecuentar los cosos taurinos. Suficientes, sin embargo, para apreciar todo cuanto pueden ofrecer.

Hasta el sufrimiento de un animal convertido en espectáculo que, muy de tarde en tarde, roza lo primordial de la existencia. Por eso creo que no tienen futuro las corridas de toros y será un problema de tiempo que las plazas cierren por falta de público.

A nadie le importa de dónde viene la hamburguesa si no ve la muerte del animal cuya carne está comiendo. Pocas personas pueden asistir a la matanza de un cerdo y comer de él con la sangre aún caliente, algo que para nuestros abuelos no suponía obstáculo. Hemos disociado el alimento del recurso que lo produce.

Los toros de lidia serán para los recortadores, gimnastas de mérito cuya práctica es más antigua –como puede verse en las cerámicas de Creta– que el toreo a pie tal y como lo conocemos hoy, que se formaliza en el siglo XVIII pues anteriormente los toros se alanceaban a caballo.

A mí me gusta ver recortadores un rato y luego me cansan pues el juego es limitado. Al ver tanta agilidad se echa de menos a Camino, Ordoñez, Curro o Bienvenida arrastrando culo y barriga.

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Lo encontramos en un restaurante de carretera. Con muchos kilos encima y lejos del joven de caballo y garrocha que fue. Me alegró verlo pues aquella estampa del toro desbandado, traído a trote de caballo y puntazo de garrocha seguía pegada en su cara.

–Y ahora qué haces –sabía que estaba arruinado, que los toros se le comieron la finca y el resto. Eludió responder y contestó evadiéndose: –Llevo… traigo. –¿Qué andará llevando y trayendo? Droga, no es el tipo. Por fin, viendo que se enfangaba, aclaró: –Semen de toro. Y enrojeció de tal modo que no dejó la menor duda.

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Las mejores obras de un pintor se hicieron en estado de tranquilidad y de modo arrebatado, es decir, sin preocupación ni tedio.

Con el alma confusa se pintan monigotes y, en el mejor de los casos, monstruosidades.

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