Las hechuras

 

 

Siento desdén por lo artístico. Me parece un sarampión juvenil que, en muchos de los dedicados a estos asuntos, alcanza proporciones épicas y dura hasta la vejez. Mueren sin recobrar el juicio. Los he conocido: ancianos que no pasaron de ‘manualidades’ y han perdido la cabeza convencidos de su genialidad, de que el futuro reconocerá sus desvaríos. Como si eso tuviera la menor importancia.

Con las mismas siento mucho respeto por el artesano que conoce su oficio y trata de llevarlo a la perfección, tomando en serio el hecho de que su cliente debe recibir lo mejor por su dinero. Gente así todavía queda y en el pasado era lo habitual, también en los talleres de los artistas.

*

Es comprensible que en la oleada de recuperaciones de pintores que fueron menospreciados por el arte moderno le toque el turno a Zuloaga. Cumple todos los requisitos: fue amigo de zutanos y fulanos, anduvo por París e incorporó de los modernos el mínimo imprescindible para pasar el filtro.

Para mí es un pintor sin interés, habilidoso y tramposo al tiempo, elevado a los altares por los literatos del 98, devotos de la España Negra y sus historias.

Gutiérrez Solana fue esclavo de sí mismo, incapaz de pintar más que ‘solanas’ pero no fue tramposo, sólo torpe. Zuloaga roza lo impresentable en buena parte de sus obras.

El contrapunto de Zuloaga es Sorolla, tan denostado por los que babeaban ante el de Eibar (véase el mal ojo de Antonio Machado al respecto). Con un pintor de tal fuste al lado, la recuperación de Zuloaga se queda en lo que es: una estrategia comercial.

Sorolla arrasa en el mundo, no necesita leyenda negra ni blanca. Y eso me recuerda al entusiasta que defendía a muerte a cierta pintora ante un poderoso marchante del arte internacional y, acabados los argumentos, añadió: Si conocieras la ciudad X verías lo bien que ha captado su luz. A lo que el otro contestó: Si para apreciar su pintura tengo que conocer una ciudad, definitivamente no me interesa.

*

Jimmy Page compró la casa de Aleister Crowley y reconoce vivir bajo la influencia del malvado satanista. Uno de esos casos en los que el asco que provoca el personaje predomina sobre la admiración que le pueda tener como músico.

*

Puerilidades, titulaba la anterior entrada. Remacho que la mayor parte de lo que hoy pasa por arte museable (o lo que sea) son juegos de nenes y estrategias para cortos de alcance.

*

Pregunta mi amigo P. por qué pinto así (a él le envío fotos de vez en cuando de lo que hago). No resulta fácil la respuesta pues se trata de un asunto de fe y la fe es lo que no se puede razonar. A los 30 años perdí la fe en el arte moderno. Pasé por buena parte de él, revisé, imité y también hice trabajos que eran solo míos (con los bolsillos llenos de dedos ajenos pero con mi razón, oficio y sentimientos). Y se me fue la chispa. Saltó por la ventana sin que yo hiciera nada para impedirlo. Vi al rey desnudo (del cuento de HCA que tanto juego ha dado) y de tal susto no hay quien se recupere.

En la soledad del campo –soledad cierta, no fingimiento literario– retornaron los sentimientos originales que llevaron mi vida por ese camino: el paisaje desde la ventana, las olas en la rompiente, la cara de la madre y la abuela, la vida de los objetos sustanciada por la luz y el paso de las horas, la gloria del cuerpo desnudo entrevisto. Parar, detener el tiempo, fijar lo fugitivo. En la pintura, música, escritura. Parar es más importante que contar. Se pinta con sentimientos y la cabeza pone orden en la charca para que no se haga ciénaga.

*

Resulta muy difícil vivir la desaparición de tus héroes. Los pintores tenemos muchos padres y unos cuantos héroes. Los padres están todos muertos, a los héroes los vamos viendo morir. Es un dolor que te acompaña, lacerando, y la vida no mitiga.

*

Pintar por pasión, escribir por afición y hacer música por amor. Ese es el programa.

*

Comprendo que estar fuera del juego, del ‘ismo’, del terreno en que se deciden las compras de obra, puede crear mucha ansiedad. El mercado del arte en España no existe como tal, es una frase vacía: apenas hay coleccionistas más allá de las instituciones públicas (sabemos lo que eso significa) y los bancos o grandes corporaciones. El pastel es tan pequeño y está en tan pocas manos que no hay oxígeno fuera.

Este es un país de grandes artistas pero no para los artistas.

*

El virtuosismo es un precipicio para el artista y una trampa para atrapar moscas.

*

Sólo se puede respetar el virtuosismo cuando es capaz de ocultarse en la propia obra.

*

La dignidad es asunto interior y no te la pueden quitar. Comunistas y nazional-socialistas coincidían en muchas cosas y también en esta: no toleraban el suicidio de los prisioneros porque, además de ser la evidencia de su dignidad, les arrebataba el poder decidir sobre sus vidas.

*

El gran tronco de la pintura figurativa es Rubens. Velázquez, Van Dyck y Rembrandt son ramas. Frondosas y llenas de frutos.

El Rubens que estudia a Tiziano, lo corrige y simplifica técnicamente. Las obras del taller no, lo que sale de su mano, que muchas veces son estudios. Pero no conviene equivocarse: todo lo que sale del taller puede ser firmado por el maestro.

Los grandes avances en el arte tradicional responden a avances en la técnica pictórica. Puede montarse una discusión, que no lleva a ninguna parte, sobre las ideas y las hechuras pero la importancia en los grandes cambios están del lado de las segundas. Sin Rubens desmenuzando la técnica de los venecianos, mejorándola y haciéndola más sencilla, el Gran Barroco hubiera sido muy diferente. Debe pensarse en el golpe dado por la perspectiva cónica en el Quattrocento, el sfumato leonardesco en el siglo siguiente y el empeño de Merisi en representar a los personajes de la Historia Sagrada con modelos encontrados entre las personas del pueblo llano. Compárese una obra de Beccafumi, Pontormo o Bronzino con las hechuras casi brutales de Caravaggio. Véase la técnica pictórica de El Greco, traída de Venecia a Toledo, y –con todo ello– se puede pensar en la importancia de comprender las hechuras.

 

***

 

Ilustración: Rubens, estudio del natural para un cuadro de asunto.