Rendir la vida

 

 

Tarde de domingo. Viento desapacible para ir al campo, que molesta y se lleva el tenderete. Y sin embargo hay una luz preciosa, cambiante, imposible de atrapar.

Fui a las Tierras Altas en tres ocasiones, en viajes largos. Llegué más lejos, a las islas que se encuentran en el Mar del Norte, entre Escocia e Islandia. Ahora pasan por la tele una serie documental sobre aquella parte del mundo, donde se encuentran los paisajes más bellos que yo haya visto. De aquellas tierras me gusta todo menos la comida, pero esa es otra historia. Los highlanders son huidizos, no les gustan los forasteros. Eso también me agrada.

Un lugar estupendo para rendir la vida y entregar el alma.

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Casi todo lo que dicen sobre sí mismos los grandes artistas es creación, invento. Construyen su personaje a medida que viven y observan las vidas ajenas. Lo necesitan aunque pueden cansarse y cambiar de papel sin dar explicaciones. El creador es polimorfo pero no perverso salvo en casos muy concretos.

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La fotografía siempre es mentira, el arte también. Lo único cierto es la mentira. Dicho en el sentido contrario a lo que la gente cree que es mentira o verdad en las artes.

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La mayor satisfacción no espiritual que procura la pintura de lo real visible es que mediante el manejo de elementos ordinarios que le son propios (pigmentos y aceite) el pintor puede ofrecer una equivalencia de la luz, el aire y la profundidad.

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Dice A. que tal vez no valga la pena recuperar tradiciones, ninguna. Lo entiendo en un hombre de su edad, que no debe mirar el pasado.

El asunto es que, si te ves rodeado de enanos, es posible que busques la sombra de los gigantes.

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La pelea del joven artista es cerrar la forma. Esto es, dominarla y meterla en una jaula espacial. La del artista maduro abrirla, dejar que los accidentes le den carácter sin negarla.

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Publica aforismos regularmente y aun estoy por leer uno que me haga pensar sin tener que hacerlo primero en lo abstruso de la forma y lo inane del contenido.

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Hay animales que están antes que nosotros y no han necesitado cambios evolutivos de importancia, son más eficientes como especie y no han generado un Rubens o un Bach. Ahí comienza lo interesante.

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Por la noche, con la cabeza cansada pero temerosa del sueño, veo la serie ‘Vikingos’. La historia es básica y con las concesiones que cabe esperar, pero la puesta en escena es buena, la reconstrucción histórica –parece– impecable. Peleas y pasiones aparte da que pensar que aquella nación guerrera pasara el tiempo libre afilando armas para la siguiente batalla.

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Siguen las Tierras Altas y sus parajes, los glen, las islas, turberas y cairgorns. Melancolía, añoranza y deseo de vuelo.

 

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