A bofetadas

 

 

Habrá que ir cerrando. The thrill is gone.

*

Los acontecimientos se atropellan y querrías un poco de tranquilidad. De dos en dos, o tres de golpe, pero no tantos.

*

Tengo su foto de mujer joven en la mesilla de noche. Lo primero y lo último que veo. Fue una madre muy física, muy afectuosa de carácter y de dulces manos para acariciar. Está, pero sólo un momento y no siempre.

*

Cada noche intento triunfar un poco ante los pacíficos fantasmas de la casona.

*

Cuando una mujer te dice ‘caballero‘ no debes tener duda: te está llamando anciano respetuosamente.

*

A los veinte representaba diecisiete, a los cuarenta eran treinta y con cincuenta acabé de cumplir cuarenta. Ahora ambas edades se van nivelando y ya soy de los años que tengo.

*

Como he dicho seguramente, y es difícil que no repita porque no repaso lo que llevo escrito, estoy muy tranquilo sobre el futuro de la tradición figurativa europea: se halla completamente a salvo en Norteamérica.

*

Adelantarse al momento en casi cuarenta años supone un alto precio. Demasiado tarde para todo.

*

Ahora que empiezo a saber pintar se me agota el tiempo.

*

Cuando a un pintor figurativo se le cae el cuadro por todas partes sus apologistas no fallan: es pura poesía. Y tanto más cuanto más blanda y deslavazada sea su pintura.

*

Hace muchos años que me centré en la música de cámara. Justo cuando dejé de lado el arte moderno, que aspira a lo coral y sinfónico.

*

Estos días atrás hice un apunte rápido de la cabeza de un gallo. Ando con un estudio muy académico –es decir: todo lo apurado y preciso en dibujo y color que puedo– de una mano para mi particular gioconda rubensiana, que ya tiene un par de años o tres y sigue; el yorkie de mi padre, tamaño natural (esto es redundante: siempre trabajo a tamaño natural, –menos el paisaje, claro está) y entre medias nocturnos del pantano y otros paisajes extremeños.

*

Aquí donde me leen conocí la sala, con espejo y ventana lateral, en la que estaban Las Meninas. Hoy diríamos que era muy teatral la instalación pero aquel pequeño espacio tenía algo sagrado. Aunque eran unas Meninas sucias, doradas por el barniz envejecido y la porquería. Te daban ganas de arrodillarte, no ante el pintor –aunque sí, el milagro era suyo– sino ante la realidad vista con una mirada limpia y compasiva.

*

C. se mata por demostrar que el Guernica se pintó con luz eléctrica, en concreto con bombillas incandescentes. Él, que sabe más que nadie sobre la estructura físico-química de ese cuadro, afirma que sólo con ese tipo de luz la obra se llena de matices no pintados. Lo creo porque sé cómo piensa y de qué modo se aprieta los zapatos antes de lanzarse.

*

Este asunto de la iluminación de las obras ha caído en manos de ingenieros que parecen no darse cuenta del tipo de luces para las que se pintaron: luz del día, velas y hachones. No digo que debamos ver de nuevo a Caravaggio en una iglesia en semipenumbra para darnos cuenta de que la dureza de sus perfiles es necesaria, así como la negrura de sus fondos importa que se funda con la oscuridad. O cómo se veían los Velázquez en los salones del viejo palacio de los Austria.

Hoy todo es y está en función del turismo que es el que paga por ver cosas. Y los turistas quieren luz, explicaciones, facilidades. Las Meninas deja de ser una obra sagrada para funcionar como imagen en una pantalla muy grande, tamaño real. Alguna anécdota, algo para recordar fácilmente y ya he visto otro museo.

Hay dos museos en El Prado: el de los turistas y el de los estudiosos, que es un hortus conclusus para las miradas erráticas. Con tecnología por delante las reproducciones estarán arriba y las obras en los peines. No sabes qué será mejor pero ya no te preocupa.

*

En la juventud creías que resultaba imprescindible proteger tal o cual cosa o paraje para evitar su destrucción. El caso es que aparecían biólogos e ingenieros de montes, lo protegían y se apoderaban de aquello para sus fines. Al final no podías entrar.

*

En los años finales de la dictadura –tú con veinte, veintidós tal vez– tenías la convicción firme de que el cine español estaba lleno de talento aplastado. Como en otras cosas la realidad se impuso a bofetadas.

 

***