Muestras de cariño

 

 

 

A toda buena acción corresponde un castigo.

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Bastantes autores hacen lo mejor de su obra pronto y pasan el resto de su vida viviendo de aquellos años. En mi juventud no creo haber pintado ni escrito más que tonterías y es ahora cuando pienso que mis obras han ganado en profundidad y destreza. No tengo deudas formales con mis contemporáneos sino con la tradición pictórica.

No trabajo para el presente ni por el aplauso. Mi deseo es hacer obras que continúen su vida después de la mía y puedan defenderse solas; en otras palabras: que pasen de pared en pared porque haya personas que las consideren dignas.

No me creo superior a nadie, ni a nadie superior a mí. Soy yo y en ellas estoy en espíritu y carne. Son mis obras, mis hijos, paridos con esfuerzo o con facilidad sin que eso marque diferencias.

Todo lo demás, mi biografía, el anecdotario de mi vida, carece de valor y no explica mis cuadros salvo que pudiera penetrarse en la parte más densa y oscura de mi persona.

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Qué cansancio trabajar para que una pintura sea como una fotografía. Qué empeño, qué perdida de fuerzas y tiempo. Justamente lo que puede hacer valiosa espiritualmente una pintura es poder sentir, con los ojos, la mano y el temblor de quien la hizo.

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No necesitamos más surrealismo, que se da mejor en cine, ni experimentos con el lenguaje artístico, mortalmente aburridos. Deberíamos valorar la intensidad sensible, la honestidad, en la representación. Esto es, aquello en lo que todos somos únicos.

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Hay una edad en la que aparece el dolor. Es cruel porque se trata de un dolor que no se cura y terminará matándonos. Merma las fuerzas y acorta el tiempo de trabajo, impide abordar proyectos complicados, de llevarlos a puerto.

Es dañino mas purificador pues hay que dejar fuera todo lo que es teatro o circo.

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Cuando alguien quiere ser el centro de atención debemos estar agradecidos pues nos permite observar y analizar mejor a los presentes, incluyendo a la vedette.

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La otra tarde el viento hacía de pintor de nubes.

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Admirar a los vivos es cosa de jóvenes. A mi edad sólo se admira a los muertos.

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Para qué pasar la vida construyendo jaulas de oro si la belleza de los pájaros sólo es real cuando vuelan.

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Decía un cantista coplero que ‘el tiempo pasa y queda el amor’. Falso.

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Cuando oía una estupidez no se reía: abría mucho los ojos y después casi los cerraba mientras decía: ‘Qué interesante, nunca lo hubiera pensado desde ese punto de vista’. Era su manera de llamar idiota.

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Un poco de impresionismo siempre es bueno. Demasiado mata la luz, primero, y el mundo después.

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Le gustaban mucho los hombres pero no para abrazarlos sino para discutir con ellos.

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Quienes son incapaces de querer suelen ofrecer muestras de cariño (leído en algún sitio).

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No conseguí, en tantos años, que usara bien cláusula y cápsula, que intercambiaba sin piedad: los médicos le recetaban cláusulas y los contratos estaban empedrados con cápsulas. Todavía vive, no es broma.

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No pisen al escorpión que está tranquilo en su casa.

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La mejor victoria del Anticristo, según Roth, es que lleva más de un siglo conviviendo con nosotros y aún no lo hemos identificado.

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Cuando los padres han muerto es inevitable dudar sobre los lazos de sangre.

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Como la carne recubre los huesos y es sellada por la piel, –que tiene color propio, transluce lo que hay debajo, absorbe y refleja luz–, así la pintura.

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Con los años y las cosas que vienen con ellos, acabamos en ranas, sin capacidad para saltar del puchero y buscar la charca. Te despiertas cada día pensando en salir a buscarla y dura lo que tardas en ver que tienes los pies atados a la cama.

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Me ha deprimido leer que los noctámbulos son personas tristes, melancólicas y solitarias. Me acuesto tarde y me levanto temprano, eso es todo.

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El flamenco sin la vivencia que lo creaba es un engaño, como si nos enseñaran un animal fosilizado diciendo que respira.

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La pintura realista alla prima es tan necesaria al pintor como aburrido el resultado. Los que la practican tienen la costumbre de invocar a Velázquez pero él pintaba alla prima por capas y sesiones, siguiendo un orden muy preciso para no perder las virtudes del método. Cuando una sesión no le satisfacía la raspaba con la espátula (entonces ‘cuchillo de pintor’) como el escritor que sacrifica las páginas que escribió ese día, volviendo al estado inicial. Los documentos científicos lo demuestran ampliamente.

Pintar alla prima por capas  translúcidas y opacas, eso es lo realmente complicado, no el hacer detalles.

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El español actual es bovino y pastueño salvo a la hora de insultar, arte que domina a la perfección. Periodistas y escritores suelen empezar con una reata de insultos, a veces contra un Nadie.

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El odio es el sentimiento más difícil de disimular para el que lo siente y más fácil de notar para quien lo padece.

 

 

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