Si el arte no es vínculo de ideas, si no es religatio se trata de mera terapia para gente con problemas de personalidad.

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La pérdida más lamentable por causa del modernismo pictórico es la pincelada larga, cargada de pintura y resolutiva. En su lugar pinceladas minúsculas, sin carácter y planas. De otro modo: sin pinceladas largas no hay ilusión de movimiento. Y el movimiento nos habla del tiempo.

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La vida amorosa de los demás carece de interés salvo que se trate de Romeo y Julieta, y sólo una vez.

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El arte es muy limitado: no hay tanto. La Gran Pintura va del Renacimiento al Barroco, sobrevive malamente en el XVIII, resurge con fuerza en el XIX y es definitivamente ahogada por el igualitarismo del siglo XX.

No me vengan con monsergas sobre los primitivos: son pintajos con interés histórico, que deben ser preservados.

El interés, fuera de la Gran Pintura, hay que ponerlo en lo que promete la arqueología del futuro.

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Entre el puñal, el veneno o matar a disgustos hay personas que eligen lo tercero.

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Siempre hay uno que pretende abrumarme con Gaya y sale espantado cuando le digo que todos sus bodegones que conozco están mal compuestos y los cacharros se caen. Huye pero al rato vuelve con que era muy buen escritor. Bien, pues hablemos de literatura en tal caso. 

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En cuanto aparece un gayista sé que estoy ante alguien escasamente dotado para ver pintura, alguien que sigue la moda francesa –tan vanguardista, por otra parte– de estimar a un autor más por su biografía que por sus obras. Fue amigo de y participó en.

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Hay que esperar cincuenta años. Los muertos no sólo deben estar enterrados sino podridos. 

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A la tremenda potencia imaginativa que tenemos cuando niños terminamos por llamarla fantasía antes de meterla en cartuchos.

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Lo que nos enseña la biografía del Duque de Otranto es que la vejez termina por apolillar toda las vidas, con sus ansias y bellezas.

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Ninguna pintura es buena para quien la pintó. Como el constructor de cajas fuertes, sólo él conoce de verdad los fallos y debilidades.

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Sólo Rubens es capaz de convencernos de que el pelo puede ser tan dorado como la mezcla de un ocre y un amarillo de plomo-estaño. Con la misma tranquilidad que sus carnaciones de mantequilla batida. 

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La primera obligación del pintor es dar libertad al que mira la obra para recomponer la imagen pero no tanta que se pierda. Hay que crear el recorrido.

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No puedes acusar a toda tu generación de ser miope. Es excesivo incluso para mí. Ese tipo de cosas hay que entenderlo en términos barojianos de lucha por la vida, de estar a otros negocios. Entre la pintura y qué, el qué.

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Las personas de verdad buenas hacen bien porque sí. Las malas trabajan en las mismas condiciones.

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Si fuese más tonto sería él mismo.

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Como la bacteria que daña porque está donde no debe pues su información es errónea, el hombre malo lo es porque erró el camino. 

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Todos estamos condenados a la soledad. La mayoría de los hombres mueren de pena, dijo un médico francés. 

«Mi suicidio».

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Dile a un chapuzas que ‘menos es más’ y verás la que prepara.

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De Bouguereau me gusta todo menos Bouguereau.

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Los fanáticos de la libertad son muy peligrosos pues, en su idea de libertad, sólo cabe la suya.

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La condición humana nos alcanza con el sonido del primer disparo.

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Cuando alguien que pinta dice que el arte es cosa lúdica agárrate la cartera porque suele tratarse de un indocumentado con pretensiones.

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Estaba rodeado de talento pero él tenía el mejor de todos, aquel que permite comerciar con éxito la escasez.

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El virtuosismo es cosa de jóvenes, la virtud de viejos.

 

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