Cagadas

 

 

Es bobo decir que ya no es posible creer en algo en vez de argumentar por qué ese algo es falso. 

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Para el pragmático sólo es verdad lo que sus contemporáneos le permiten decir. 

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Los hombres no pueden vivir hechos sin mitos, autoridad sin rituales y realidad sin sueño. 

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Lo más cómico es que la política no nos hace ninguna falta. 

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Como estrategia de supervivencia y lograr mejoras, la adaptación inmediata al criterio dominante en el grupo es muy ventajosa pero también muy aburrida. Y te mueres lo mismo pero sin opiniones propias.

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Aceptarse es el primer paso hacia la liquidación del yo.

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El mediocre comete errores de tamaño discreto. Los del hombre con talento son inmensos.

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Quizá lo más emocionante de la pintura sea ver cómo el muñeco se transforma en persona.

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El invento de la fotografía trajo grandes males a la pintura pero no porque la suplante sino por la cantidad de idiotas que creen que lo hace.

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La vida de músicos y artistas es bastante aburrida, a pesar de los literatos. Horas y horas de trabajo en soledad, acompañados de muertos.

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El maldito secreto de la felicidad consiste, nueve de cada diez veces, en callar.

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El buen cazador sabe buscar cazadero. Un urbanita cambia de ciudad pero no de costumbres: el amante de los bares no irá donde no los haya.

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A pintar se aprende pintando pero necesitas un profesor con mano dura que te lo recuerde.

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Dos de las palabras más ridículas de lo moderno: intelectual y artista.

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La vida no es perfecta: el árbol más grande y hermoso de San Antonio es un alcornoque. Podría haber sido roble, encina o fresno, que quedan bien en cualquier sitio, pero da corcho  y los de su especie son alcornoques.

Cómo poetizarlo aunque su sombra sea magnífica y las ramas más altas sirvan al ruiseñor para su encelado reclamo.

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Los grandes acontecimientos de una vida nacen de trivialidades.

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Estos tiempos cargan demasiadas responsabilidades en los hombros de los periodistas.

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Chaval de 15 años que estrena, sábado por la tarde, un traje Liverpool de sastre bueno, hecho a medida y capricho, con su camisa blanca cuello Perkins, corbata de tirilla y botines negros echando chispas. Hay un grupo de chicas al paso y él pone lo mejor que tiene. En ese momento una gaviota lo caga entero. Para en seco, oye las carcajadas y vuelve a casa caminando deprisa y esquivando calles concurridas. Pasará el fin de semana en casa, muy enfadado y oyendo las risas mal disimuladas de sus padres y hermana. Era yo.

 

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