Hablar de mujeres

 

 

‘El blanco es el pan de la pintura’ –atribuye De Mayerne a Rubens. Quiere decir que la mayor parte del cuadro es blanco con algo.

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Internet es una jungla en la que puedes encontrar solución para todo. Quieres saber cómo colocaba Rembrandt el espejo para auto-retratarse y, si tienes tiempo y paciencia para leer miles de disparates, puedes acabar en la explicación sensata de un tipo al que ni su madre conoce  y que ha dado en el clavo.

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Todos tenemos la razón de nuestro lado y sólo estamos dispuestos a ceder parte de ella en presencia de autoridad, sea militar, judicial o eclesiástica si eres creyente. Por poco tiempo y sólo de palabra.

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Cuando se cumplen los setenta años de vida la gente se pone muy rara. Hay quien se vuelve vigoréxico y otros que le dan a la meditación trascendente –dicen. En realidad ya estamos de más y, si no tienes tarea de empeño, lo más digno es pasar los días jugando al tute con los amigos. Sin engañar a nadie, eso sí, y menos a la calva.

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Es muy cansado ver películas en las que una mujer de cincuenta kilos mal contados deja fuera de combate a un hombretón con músculos hasta el morrillo.

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Leviatán no es la tecnología sino el que la usa. Con un hacha puedes traer leña o matar a tu cuñado, depende.

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Nunca tal cantidad de medios produjeron tanta banalidad.

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En una sociedad que produce lectores de baja calidad triunfan escritores cuya obra no se publicaría tres generaciones antes.

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Guapos y charlatanes coinciden en un punto: se exponen. Feos y reservados se esconden y observan.

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Cada etapa de la vida es una enfermedad, la última sin remedio.

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A más pastosa es la pintura más luz refleja. Por el contrario las capas finas se tragan la luz. Entendiendo esto se entiende toda la pintura desde Giorgione a Rembrandt, del género que sea. Siempre que en las grandes áreas haya suficiente blanco.

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No me interesa hablar o escribir sobre las mujeres, ni bien ni mal.

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En las sociedades humanas no se cumple la entropía: el desorden puede conducir al orden. 

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Conozco a un muchacho que es un prodigio retratando al óleo, dentro del estilo correcto. Lo ha dejado para hacer una pintura más al gusto de este tiempo. Se moría de hambre.

Ya no se trata de la lucha con el fotógrafo de salón sino contra millones de móviles. La gente no entiende que la intensidad de un retrato pintado no se puede alcanzar por medios mecánicos o electrónicos.

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La juventud convive bien con la locura, la madurez la aborrece y la senectud la teme.

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Vivimos tiempos en los que el anhelo de los más tontos es hacer historia. 

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El poeta no llega a serlo hasta que no deja sus intereses amorosos a un lado.

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Se supone que hoy viernes, 1 de octubre de 2021, puedo volver a pintar.

 

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