Mucho cuidado con las bromas: los que se ven a sí mismos como revolucionarios se toman también por personas muy serias.
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Más que persona parecía un fenómeno atmosférico.
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Hay algún tipo de grandeza escondida en el hecho de que una idea tuya sea rebatida por otra; de viva voz, en la pizarra o página escrita. Lo tremendo es cuando se tacha porque no encaja en el pensamiento dominante.
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Quien confunde amistad y mordaza no merece que se le otorgue la primera porque, es probable, ha hecho de la mentira un medio de vida.
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La vida no se pinta, se vive. Mientras el pintor pinta, su visión de la vida es tan limitada como la del biólogo que ve moverse unas bacterias bajo el microscopio y cree comprender la vida entera, incluyendo a Dios.
En ambos casos tal vez sea necesaria la soberbia para seguir adelante pero no deja de ser fantasía y sueño.
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El mejor favor que se puede hacer a los negociantes del arte es considerarlos personas desinteresadas.
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Pintor de marinas. Qué mirarán ahora sus ojos negros.
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Va de puentes. Puente de Triana, se cayó la barandilla y el coche que la llevaba. Soy de Cerro Colorao, donde no sabe llover y donde nadie cruza el río cuando le da por crecer.
Mi puente es modesto: un puentecillo medieval sobre un arroyo seco que ahora baja aventado. Pasarán meses antes de que pueda cruzarlo sin mojarme los pies.