Vendedor de sombras

 

 

Tenía la sensibilidad a flor de piel y esta noche ha venido a visitarme. Después, tumbado en la cama, despierto mientras amanecía, quería quedarse conmigo. Me despertó una bocanada de llanto, un ansia incontenible que apagué malamente.

Poseía todos los talentos y un padre cruel. Uno de esos que dicen a  los chicos sensibles que espabilen, que parecen maricones y que yo a tu edad. Un caso raro el de ese padre con un hermano poeta y otro fotógrafo.

Comenzó pintando y no lo hacía mal pero se notaba que no era lo suyo. Tardaba en comprender. Luego se aficionó a la música y una tarde, en mi casa, toqué para él y para F. un tiempo de sonata de Haendel. Se enganchó y me superó en poco tiempo. Su aplicación carecía de límites. Estudiaba y se alejó de la botella, ayudado por la musa. Algunos sábados, por la tarde, tras el trabajo de la semana, tocábamos juntos en casa de F., que se había comprado un clavecín. Algunas de aquellas tardes acudían músicos de cierto nombre a tocar con nosotros o, mejor, a dejarnos extasiados.

Por entonces se echó novia e intentó vivir fuera del alcance paterno. Ella llegó, en su amor por él, a servir copas en un bar de topless, una cosa de moda en aquel tiempo entre horteras y ejecutivos. Para que él estudiase música y no dependiera del padre. Los amigos íntimos lo sabíamos y ella se ganó nuestra admiración y respeto. Nunca fuimos al bar donde trabajaba para no avergonzarlos.

Terminó los estudios y volvieron las dudas. No sacó plaza de profesor en el conservatorio. La bebida de nuevo y C. lo abandonó. Despistado, naufragando, quiso recomenzar el trabajo de pintor pero los años pasados no le habían dado capacidades nuevas.

En eso murió F. en Roma, viendo un Tiziano, como le había predicho la bruja filipina, y nos dejó huérfanos a todos los niños perdidos. No le sobrevivió mucho tiempo y eligió la altura, el lugar tradicional de los suicidas en su ciudad. Dobló cuidadosamente la chaqueta y saltó al vacío.

Esta noche ha querido volver y ahora está conmigo, mientras escribo esto, recordando los años felices y descuidados.