La Leica más rápida

No monta telémetro ni sistema de enfoque alguno. Todo es a ojo, por decirlo así, si entendemos por «a ojo» un sistema tan eficiente y poco perturbador para la toma fotográfica como la hiperfocal. El otro día leía no sé dónde pero desde luego en internet, a propósito de estas y parecidas cámaras, que «un fotógrafo de entonces simplemente sabía lo que había que hacer». Y es muy poco lo que hay que saber, especialmente en blanco y negro.

Poner el obturador en f:16 y la velocidad de obturación en 1/500, si utilizamos película de 400 ISO y estamos al sol o dos pasos de obturación menos (1/125) si estamos en la sombra. Si nos metemos en la sombra de la sombra bajamos uno o dos pasos más y aire. El material en blanco y negro tiene mucha latitud y aguanta un par de pasos de error, que luego se puede corregir con el papel. Las equivocaciones, salvo que seas un novato completo, nunca son garrafales.

La necesidad del fotómetro surgió con el advenimiento de la película en color, mucho más cara para andar haciendo bracketing, y con menor latitud que la de blanco y negro, con lo que los posibles errores se amplifican. De los dos tipos de película en color, el material para producir diapositivas es más exigente con la exposición correcta. Con el otro aún habrá por ahí un diafragma de error con el que podemos jugar en el laboratorio o el escaner.

RvdH me comentaba hace poco que se arreglaba sólo con el fotómetro spot que monta su Mamiya 7, pensado para medir zonas muy pequeñas. Hace lo que los viejos fotógrafos: gasta un par de negativos o tres bracketeando y eso que él trabaja siempre en color con Kodak Portra 400, una película que no es barata. Pero más caro es que se te escape la foto o tener que volver a tomarla cuando reveles el rollo.

La Leica 1f carece de todo salvo de la cortinilla de obturador. No hay nada de todo aquello que la fotografía nos ha ido ofreciendo en estos últimos 60 años, todo estupendo pero a costa de aumentar peso, tamaño y complejidad. Nada que pueda romperse o sea difícil de reparar. ¿Para qué queremos un telémetro si trabajamos con la hiperfocal y un visor directo, mucho más rápido? Si fuéramos a hacer retrato por la calle no sería la cámara adecuada, ni mucho menos. Por el contrario, es excelente para sorprender la vida en la calle; siempre en exteriores pues la facilidad de uso de la hiperfocal se va al carajo en cuanto nos metemos en un interior. Ahí dentro hay que enfocar porque la luz nunca permite aperturas de diafragma estrechas.

Se puede utilizar con confianza, tanto con película en blanco y negro (más sencillo) como en color, para lo que necesitaremos un fotómetro de mano pequeño y discreto con el que tomar referencias de vez en cuando*.

De momento estas cámaras salen al mercado de ocasión bastante baratas pues dan miedo a los aficionados con su total desnudez pero no sería raro que aumentaran de precio en los próximos meses, como está ocurriendo con lentes Leica de las que nadie quería saber nada hace poco hasta que alguien se ha puesto a jugar con las digitales GF1 y Sony Nex montándoles esas viejas lentes para huir de los senderos trillados y del color sin personalidad.

En la foto que ilustra la entrada puede verse una Leica 1f de comienzos de los años 50 del pasado siglo. Monta un objetivo Elmar de 50mm y un visor directo para esa focal. No es mi combinación preferida pues yo me inclinaría por una focal de 35mm y el visor correspondiente. Por cierto que Leica fabricó tan sumamente bien estos visores (que aún se encuentran con paciencia en buenísimo estado) que están previstos para trabajar con los dos ojos abiertos, esto es, controlando toda la escena y viendo cómo el sujeto o los sujetos entran en encuadre. Al trabajar con los dos ojos abiertos -es cuestión de costumbre- adquirimos mejor control y hasta podemos visualizar los peligros del trabajo en la calle antes de que nos hayan alcanzado. Nunca se produce con las cámaras telemétricas y el visor directo esa sensación de túnel que tenemos con las reflex, de falta de control de lo que sucede alrededor.

*Alguna vez he escrito aquí de la vieja regla Sunny f:16, muy fácil de seguir en las situaciones típicas, que suelen darse la mayoría de las veces. Si nos da mayor seguridad deberíamos llevar un fotómetro manual de bolsillo. Los hay muy pequeños y fiables, analógicos y digitales. En un día no típico, hoy por ejemplo aquí donde escribo, muy cubierto y sin sombras, seguramente debemos trabajar con f:16 y 1/60 o 1/30. Un día bonito para trabajar en blanco y negro pero muy soso para trabajar en color.

La forma de proceder que debemos seguir se cae de puro lógica: generalmente, trabajando en la calle, se darán dos, tres situaciones de luz: a pleno sol, en la sombra o en la lo que antes llamaba -y espero que sea fácil de entender- la sombra de la sombra. Será lo primero que hagamos incluso antes de sacar la cámara del bolso, medir con nuestro fotómetro de bolsillo los tres extremos y memorizar los valores, cosa nada difícil pues, al tercer día, veremos que la luz se repite con mucha frecuencia. Llegará un momento en que ni saquemos el fotómetro porque sepamos lo que hay que hacer con echar un vistazo. Mientras estemos en las situaciones de luz típicas no hay por qué cambiar ningún parámetro en la cámara salvo girar el dial de velocidades para acomodar la exposición a la situación de luz de cada toma concreta. Tampoco debemos tocar el anillo de enfoque del objetivo para no modificar la zona enfocada, con un f:16 puesto en un objetivo de 35mm todo enfocado entre infinito y aproximadamente 1 metro.

¿Qué hay si queremos entrar dentro de un espacio cerrado y la luz se vuelve confusa? Actuar como HCB, guardar la cámara y sacar otra con un 50mm, telémetro y visor de enfoque. Y tirar de fotómetro, muy importante en este caso.