Una 6×9 muy especial

No se sabe por qué las mejores ideas no son las que suelen arrasar. Cuando Voigtländer era uno de los mejores fabricantes de lentes y cámaras del mundo (ahora verán equipo bajo ese nombre pero hace muchos años que sólo se trata de eso, de un nombre comprado por la industria japonesa para amparar productos que no guardan la menor relación con los originales ni sus diseñadores) le dio por tener algunas ideas perfectas, tan buenas que le supusieron la ruina. Las lentes Apo-Lanthar de aquel tiempo se cuentan entre las mejores que nunca se hayan fabricado pero resultaron tan caras de producir y había tanto stock comprometido que llevaron a la empresa a la ruina. Sólo fabricaron, finalmente, unos modelos: la focal 300mm para cámaras de 20x25cm, la 210mm para cámaras de 13x18cm, la 150mm para cámaras de 9x12cm y un 105mm para cámaras de 6×9, 6×7 y 6x6cm. Toda la serie es perfecta de diseño y fabricación. La denominación «lanthar» se adoptó por el lanthanum que se utilizó en los revestimientos, un material ligeramente radioactivo.

No veremos las excelencias de las lentes Apo-Lanthar en los mtf charts habituales, unos test que sólo tienen en cuenta la resolución en líneas por milímetro. En esos test se encuentran en la parte más alta de la tabla pero la magia de estas lentes no se nos desvelará ahí sino sobre el papel fotográfico, una vez procesado. Nos ofrecen cualidades que parecen contradictorias: muy resolutivas pero con una escala tonal muy amplia. Nada del fortísimo contraste de las lentes japonesas, que las hace escalar puestos en los mtf charts aunque paguen un tributo serio en el rango tonal o en la captación del color. Haces un retrato con un Apo-Lanthar y, sobre el papel, parece tener vida. Las imágenes ofrecen una cualidad casi tridimensional debido, precisamente, a la acertada mezcla de contraste con escala tonal.

Los Apo-Lanthar, siempre escasos, son objeto de deseo para los coleccionistas, lo que es una verdadera lástima porque éstos han elevado los precios de un modo absurdo. Es muy difícil encontrarlos en estado impecable pues cuando no es el obturador el que necesita ser reemplazado es que los cementos de compactación de las lentes han amarilleado o éstas se han separado. Y una cosa más: quienes poseen un Apo-Lanthar en estado de trabajo no se deshacen de él.

Para unas lentes tan extraordinarias, para la 105mm en concreto, Voigtländer fabricó una telemétrica en formato 6x9cm (convertible a 6x7cm) perfecta. Fácil de llevar y guardar en el bolsillo por su contenido tamaño, muy bien protegida contra los golpes una vez cerrada la carcasa, nos ofrece una calidad de imágenes en película de formato 120 que no sólo no ha sido superada por las Hasselblad, Mamiya, Fuji, etc. sino más bien al contrario.

La cámara resultó carísima en su tiempo y se fabricaron pocas unidades. Para bajar precios se echó mano de otras series de lentes más baratas pero igualmente muy buenas: Heliar y Skopar. De hecho, si la cámara se va a utilizar con película blanco y negro principalmente, vamos sobrados con una de estas versiones, mucho más fáciles de encontrar pues se fabricaron bastantes más unidades y a mejor precio. Siempre mejor la lente Skopar que la Heliar, téngase en cuenta.

Una Voigtländer Bessa II con un Apo-Lanthar no es una cámara para novatos ni para metralletas. Es una cámara para el fotógrafo experimentado, que piensa sus fotos y no dispara al tuntún ni a ver qué tal, entre otras razones por el costo de la película y su procesado, aunque lo hagamos nosotros mismos. Diría que es la cámara ideal para retratos al exterior, tomados al acaso. No ocupa sitio en la mochila y llevas una auténtica 6×9.