Al final te complicas

Si te quieres complicar la vida con la fotografía puedes hacerlo hasta unos grados que tal vez no imaginas. Trabajando con 35mm puedes acudir a los reveladores raros, poco usuales, difíciles de usar o a películas no menos raras, no menos complicadas. Eso por no hablar de reveladores que pueden tardar dos horas en revelar por completo un negativo.

Todo vale para ese aficionado a la fotografía que, cuando alguien le pregunta por sus medios técnicos, responde muy hinchado que utiliza, qué sé yo, el Rodinal con dilución 1:300 y agitando una vez cada 10 minutos.

Ya imaginas que los fotógrafos de verdad, los dedicados a tomar fotos, no pierden demasiado el tiempo con esas cosas y suelen dar más importancia al hecho de utilizar un combo película-revelador que conocen muy bien y cuyos resultados son previsibles.

No todo el mundo tiene el mismo gusto: hay gente a quien el grano visible no agrada y obran en consecuencia utilizando películas y reveladores de las llamadas de grano fino. Me llevaría más lejos de lo pretendido en esta entrada explicar por qué es inevitable que un revelador de mucha acutancia (razor sharp, que dicen los angloparlantes) presente cierto grano visible. Es debido al poco efecto disolvente de su fórmula sobre los bordes de los granos de plata presentes en la emulsión. Buen ejemplo de ello es, como lo llamaba un lector en un comentario, el venerable Rodinal.

Mis primeros negativos digamos «serios» a comienzos de los setenta del pasado siglo están revelados con él. Es una fórmula que viene directamente, sin cambios, desde finales del siglo XIX. Muy fácil de usar, se presenta en forma líquida; basta con añadir el agua necesaria, según la dilución, y seguir el tiempo indicado por el fabricante. También podemos introducir ligeras variantes como añadirle un poco de bórax para aminorar el grano (pero perderemos algo de acutancia) o jugar con la dilución, sin llegar a casos extremos. Con algunas películas de grano muy fino y alta resolución -como la Ilford Pan F en formato medio o 120- suelo utilizar una dilución 1:50 y hago una inversión del tanque, con golpe final sobre una superficie plana para deshacer las posibles burbujas, cada 3 minutos. Los resultados son muy buenos, con una gradación excelente desde las altas luces a las sombras intensas pero con algo de grano visible.

Con esa película -y con la Ilford FP4+- prefiero, generalmente, utilizar el viejo HC-110 en dilución H (ver tabla de uso del fabricante). Es un revelador muy limpio que produce excelente gradación, muy compensador y de poco grano visible.

Para complicarse la vida está el medio formato. Un campo ideal para ensayar cuál es tu revelador de elección. Puedes utilizar fórmulas comerciales pero tal vez te sientas inclinado a probar fórmulas que tú mismo prepares a partir de químicos. En otra entrada hablaremos de reveladores por tipos (metol, metol+hidroquinona, pyro, pyro+metol, pyrocatechina…), hoy toca pasar por encima, nombrarlos solamente.

De hecho, con una cámara de medio formato y los chasis adecuados -suponiendo que la cámara sea de chasis intercambiables- puedes trabajar incluso con el Sistema de Zonas de Ansel Adams. Hay gente que lo hace: un chasis para N, otro para N+1, N+2 y otros dos más para N-1 y N-2. Cinco chasis en total y un buen criterio para discernir con ayuda de un fotómetro de tipo spot. No te arriendo la ganancia.

Dentro de poco utilizaré un nuevo tipo de películas en formato 120 con nuevos reveladores que no conozco. Me refiero a la Rollei 100 Tonal (una película orthopancromática al viejo estilo) y a la Rollei ATP, que viene a sustituir a la extinta Kodak Technical Pan de 25 ISO. Películas muy técnicas, muy definidas; la primera para retrato y la segunda para paisaje o arquitectura aunque probaré ambas con retrato. En cuanto a los reveladores, ensayaré con los recomendados por Rollei antes de utilizar mis propias fórmulas con ellas y hacer una comparativa. Cuando haya resultados informaré.

A casi todos los fotógrafos -conozco pocas excepciones- nos pasa lo mismo: tras unos años de rutina trabajando con películas y reveladores que conocemos muy bien nos entra la duda y nos preguntamos si nos estaremos perdiendo algo. Volvemos sobre nuestros pasos, ensayamos nuevas películas, nuevas fórmulas reveladoras y -generalmente- acabamos concluyendo que nuestra combinación es mejor. Sólo de vez en cuando, en el momento que una película que nos gustaba especialmente desaparece del mercado, acabamos adoptando otra y eso nos lleva a cambiar también el revelador pues, digan lo que digan, no hay un revelador que le siente igual de bien a todas.