Así empezaba anoche, mientras cenábamos en lo fresco, un amigo de muchos años. Después se lamentaba de que ya no queda ni un Cela, como si fuera cualquier cosa. Más tarde una triste referencia a cierto diarista, que no reproduzco.

Algo está mal, sí. Gente de la farándula, cocineros y algunos/as periodistas espabilados/as que han visto que, dada la situación de las letras, cualquiera que sepa ordenar sujeto, verbo y predicado puede publicar sus mandangas. Y la gente que sabe escribir no quiere porque la tentación de la celebridad y los euros de la columna fija son muy tentadores.

Refrescó mucho y nos entretuvimos hasta pasada la medianoche y aún me hubiera quedado a dormir en aquel césped. No había gente, sólo otra mesa y la nuestra.

No es el qué sino el cómo, la cena no pudo ser más sencilla: ensalada, tencas muy pequeñas y cabezada de lomo de cerdo a la brasa hecho en la forma que aquí llaman moraga, es decir, a la brasa y cortado en pequeños trozos. La ensalada perfecta de aliño, las tencas impecablemente fritas y la moraga en su punto exacto. Las cervezas bien frías y un tinto de verano sin azúcar. Cuatro personas, treinta y nueve euros. Lo sé porque me tocaba pagar.

Se levantó un poco de aire y dejaron de cantar los grillos, mientras la mujer del amigo me preguntaba si había leído cierto libro que me prestó hace tiempo y no, no lo tengo entre las cosas que deseo leer ahora y fue ella quien se empeñó en el asunto, así que salí del examen lo mejor que pude.

A escasos tres kilómetros, en la plaza del pueblo, las piedras de los edificios ardían, recalentadas de tanto sol. No dan respiro.

Al llegar a casa había un correo de JC. Me ponderaba una fórmula de revelador desarrollada por mí hace unos años y añadía que «de no haber tenido lugar la revolución digital este revelador hubiera dado mucho que hablar». Mira qué cosas, aparte del cariño que hay bajo la frase. Claro que hubiera dado que hablar pero lo importante no es eso sino que alguien pueda utilizarlo. Él lo está haciendo con película 120 Pan-F Plus de Ilford, una gran película de grano fino y sensibilidad lenta. Me vale con que lo usen cuatro o cinco amigos.