Del natural

 

 

Velero sobre cielo oscuro en el que campan, solitarias, dos nubes. Un atardecer rabioso, sangrante, en Huntington Beach. En callejón finamente detallado, un hombre nos da la espalda; lleva abrigo y no sabemos dónde tiene las manos. El tipo con cara de asno toca un arpa medieval ante la sonrisa boba de una mujer. Las ventanas de una casa austríaca -¿Tirol?- y un fragmento de valla. Doce piernas femeninas.

Tras el casco del motorista se esconde una chica. Amanece rosadamente sobre unos prados. Fragmento de jardín con gato. Palma en perspectiva simulando un esqueleto de ballena, Brett Weston revisitado. El Mont St. Michel visto desde Avranches. Un hueco incomprensible a cuyo través se ven unos edificios. Pareja de enamorados junto al puente de Mostar; cae la tarde y el sol juega con ellos.

Paisaje chino en escalones; seco, cielo azul estridente, grandes cúmulos que se elevan; pardo, azul cobalto, blanco de plomo. Fugan al horizonte los plásticos de los invernaderos, en el Véneto. Cartel de obras: prohibido el paso. Un tren por las llanuras resecas de Australia, el hombre parece querer decirme algo, justo en la curva. Mar plateado, brillo de sardina. Al fondo la tierra en manchas de tinta antigua. El césped termina bruscamente en el muro; sobre él -en graffiti- duerme una mujer negra, desnuda.

¿Qué quieres enseñarme, sin cabeza, y con flores en las manos? Manchas de sombra delineadas y dos mujeres esperando a la puerta. Rosas rosas, dos, en un apartamento de Nueva Orleans. Hombre descansando bajo una palmera. Historias de pesca: una red. Auto-retrato en el cristal de un café de los años cuarenta. La galería David Hockney llena de fotografías. Gotas de agua sobre una planta grasa, verde histérico. Mujer en rojo, de espaldas.

Noche cerrada, probablemente Londres. Autobús número trece. Jinete que se aleja por un camino, ambiente polvoriento, se oyen las moscas. El ensayo de una bailarina bajo la sombra de grandes árboles, luces indefinidas. Mientras tanto, en Bali un hombre olfatea una fruta. La luna en Canarias el cinco de mayo de dos mil doce. Simone Törnwall sonríe forzadamente con el pecho desnudo. Torre de una iglesia en la campiña británica. Dos sillas vacías en una estación de provincias. El artista pinta junto al mar pero no pinta las aguas sino un árbol que no está allí. Hombre y mujer sentados en un sofá; parece el interior de su casa. Muchacha etíope junto a una balaustrada: armonía en azules, rojos y ocres.

Una calle de aspecto sórdido con el mar al fondo; el hombre camina por la acera en sombra. Parece abatido. En Köln, una escalera conduce a un gran ventanal. No puede verse el paisaje. Bajo un paraguas, protegidos del sol. ¿De qué país hablamos? Al fondo una iglesia cristiana con formas árabes y unas sillas de café vacías en primer plano. Cuatro muchachas muy jóvenes, vestidas para una fiesta, a la puerta del Hotel Fornos: una bebe de una lata de Coca-Cola.