Plano secundario

 

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Mientras llega el momento en que mi estómago se afirme y funcione normalmente paso el tiempo pintando y leyendo. Debería decir que también trabajando por teléfono, email y en cosas sencillas que no requieran largos viajes, pero eso -en estos tiempos de crisis- viene a ser lo normal.

Los primeros intentos de pintar todas las mañanas fueron tímidos y me sentía inseguro. Ahora trabajo más deprisa que nunca, resolviendo el cuadro en tres sesiones, cuatro como mucho. Las obras se van apilando y dentro de unos meses plantearán un problema.

Cuando digo problema me refiero a exponerlas, algo que no será fácil en los tiempos presentes pues ya no existe el movimiento anacronista para utilizarlo como embozo. Un embozo falso pues nunca hice ese tipo de pintura pero así tiene la gente del oficio las entendederas.

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Al tiempo, como no puedo hacer más que lo que hago, la fotografía ha pasado a un plano secundario, como ya ocurrió en otros tiempos de mi vida. Me aburro con las posibilidades del 35mm sin salir del pueblo y todo lo que se me ocurre viene de la mano de las placas de gran formato y las cámaras de fuelle. En el pueblo no pasa nada en las calles y, aunque siempre llevo una cámara de 35 encima, pasan los días y las semanas sin que haga un solo disparo. Pero sí me interesa continuar retratando con las placas grandes a mis vecinos, en el estudio. Con las luces bien organizadas y la iluminación Rembrandt.

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El tiempo no esta para muchos paseos. Llueve casi todos los días y, cuando no, corre un viento que corta. Gredos está hasta la bola de nieve y cuando viene de allí el aire se congelan las palabras.

En un año tan lluvioso, el campo está que revienta. Hay plantas que ya quieren adelantarse. Las mimosas apuntan su peculiar amarillo azufre tocado de aureolina y todos los frutales tienen botones. Muy pronto estallará la primavera y volverá a florecer el espino blanco.

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Mientras leo por las tardes las horas pasan como peatones indiferentes en una gran ciudad. Las seis de la tarde pronto se convierten en medianoche.

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Y lo que quiero saber es si le gusta su niño de ojos azules, Señor Muerte. E. E. Cummings.