El final no resulta fácil

 

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Hicimos una excursión a la Raya, parando en Castelo de Vide para comer y subir después a la sierra de San Mamede. Lo disfruto aunque comer fuera de casa supone que al día siguiente voy a estar fastidiado. La afición de los españoles al bacalao cuando vamos a Portugal. Tres clases del mismo sobre la mesa: el habitual dourado, frito y la variedad alentejana que llaman espiritual porque va tan migado que apenas se atisba entre el resto de componentes. Como lo mío ya no es comer, picoteo cual gallina, aquí y allá, para terminar hoy dolorido. Pero hay que echarle coraje: sería ridículo llevarse un tupper con la ración de cereales y verduras.

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La más contundente sociedad de clases fue creada por el comunismo. No se alteren porque no es mío: lo he leído en algún lugar y como no guardo notas soy incapaz de decir dónde y a quién. Pero resulta completamente cierto: ni la más extrema sociedad burguesa soñó con tanto. A no ser que el comunismo sea el último invento de una burguesía opuesta al progreso para tratar de perpetuarse por otros medios, como los virus.

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En cualquier momento de la historia podemos encontrar catacumbas y gente dispuesta a encerrarse en ellas. Está ocurriendo con la enseñanza de las Bellas Artes: mientras el arte oficial se ha convertido en la religión del Imperio, llegando a todas partes y aniquilando la transmisión de conocimientos útiles, aquí y allá aparecen fieles que se envuelven en el oficio, la tradición y las buenas prácticas para mantener viva la llama y permitir un resurgimiento cuando las circunstancias vuelvan a ser favorables. El alma se alegra al saber que la media de edad de esos artistas no supera los treinta y cinco años y aunque uno sabe que no verá la Tierra Prometida redondea la certeza de que no estuvo equivocado al tomar otro camino.

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Del mismo modo que hubo un arte abstracto que daba verdadero asco, hay un arte figurativo al que mejor sería meter fuego para que dejase de ensuciar los ojos y las mentes de las personas. Hace verdadero daño y habría que rehacer el gremio que estampaba a fuego el visto bueno en el dorso de la tabla o el travesaño del bastidor. El problema sería quién forma parte de tal gremio pues a los artistas debe suponérseles siempre la mala intención y si fueron capaces de sumir a Rembrandt en la miseria, con las defensas que tenía, qué no serían capaces de hacer con gente menos dotada.

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No había supuesto que Chagall -pintor cuya obra detesto- fuera ingenioso pero me reconcilio con la persona, no con la obra, que dice de Picasso: «Es un verdadero genio, lástima que no pinte».

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Los ignorantes suelen decir que Picasso podía violentar las normas académicas porque las conocía todas. A eso hay que añadir que las conocía todas pero mal. No es cierto que el pintor más influyente del siglo pasado dominase en su juventud el oficio de tal modo que pudo olvidarse de él. Tuvo una ambición, una voluntad de poder, más grande aún que la de Barceló o Tapies y fue dando tumbos, imitando a este y al otro, hasta que dio en una de las expresiones de la sensiblería más contundentes de toda la historia del arte. Después se habituó a hacer de la necesidad virtud y a manejar esa mano facilona pero inexacta y vagarosa que le allegó la voluntad de los poderosos. Los Stein y Kahnweiler cimentaron el monumento.

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Mis dos hijos varones se han ido a Trieste por unos días. Una amiga tiene casa en la ciudad y otra junto a Duino pero no van allí para ver a nadie ni hacerse invitar. Desean pasar unos días juntos y hablar de algún proyecto que quieren compartir en el futuro. Ojalá consigan que sus destinos sigan yendo paralelos y no terminen viviendo cada uno en una esquina del mundo, alejados para siempre. Qué inútil resulta en nuestro tiempo educar a los hijos en los valores de la familia para ver más tarde cómo se lleva el viento esos ideales, no por inválidos o antiguos sino porque, con la crisis definitiva de la sociedad agraria, la continuidad familiar resulta casi imposible.

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Llegan malas noticias desde Granada. Hay que sacar las fuerzas que todavía quedan y tener confianza. El final de las personas no resulta fácil.