Que Dios te ampare

 

 

Hay que dejar al Destino que siga su curso. Como un Robinson Crusoe que ve llegar algo arrastrado por las olas sin saber si será para bien o para mal. Que el mar lo deposite a nuestros pies pensando que contendrá cosas de provecho.

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Como creo en el Espíritu me es sencillo aceptar el karma. Por él sé que, para algunos -los más afortunados-, el infierno se encuentra en la tierra. Desgraciado de aquel que no paga aquí sus impuestos.

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Los cambios, cuando son grandes, me alteran. Continúan los prolegómenos de una vida que tendrá mucho de nueva en su última parte. Resulta difícil no mirar atrás y agarrarse al clavo en la pared. Soñaba con los trópicos y serán lejanos desiertos. Ya voy acomodando la mente, tratando de ver las ventajas.

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Mis padres empeoran de día en día. Cada vez que llamo hay alguna mala noticia que es sólo eso, noticia aún despojada de definitiva gravedad. La decadencia de estos últimos cinco años ha sido muy fuerte, comparando los extremos. Especialmente en mi padre. Ya ha dejado de caminar y no hace nada con las manos, herramientas privilegiadas en él.

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Leo a destiempo El loro de Flaubert. Lo pasé por alto en su día y me parece admirable el ingenio desplegado por Barnes, la acuidad de su escritura. Pero fatalmente el libro me aburre. Flaubert fue para mí una lectura de juventud -muy intensa, ciertamente, pero también muy lejana- y descubro que las vicisitudes personales o creativas del autor de La educación sentimental me son por completo indiferentes aunque me hagan gracia algunas parrafadas como aquella en que compara su pene con el de un tigre, con pelos apelmazados que desgarran a la hembra.

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Hay mucho que hacer: ordenar el archivo, seguir las instrucciones de JC para un buen manejo del mismo en el ordenador, despejar el estudio e instalar en él la mesa para amasar colores, revisar pigmentos y pedir los que falten, mandar a SK un escaneo para que haga una copia al carbon transfer a ver qué tal queda… pero todo ello cede ante la laxitud que me provoca el cercano preoperativo y la intervención quirúrgica porque, aunque la mortalidad es baja (0,5 por ciento), eso haría inútil todo lo demás.

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No me había planteado hacer testamento todavía pero creo que deberé hacerlo. No sé cómo empezar así que seré muy escueto. Algo similar a me llamo fulano de tal, tengo esposa y tres hijos y todo lo que poseo es para ellos; cuidad de vuestra madre, cuya vida ha sido amar y perdonar. Algo parecido a esto.