Entre nosotros

 

oii24

 

Saber cuándo se ha perdido la batalla es cosa de buen militar porque ahorra sufrimientos. A qué empeñarse, si quien pensabas que era capaz de discernir manifiesta sus dudas más vale dejarlo y pasar a otra cosa.

*

Los solitarios no suelen pisar callos pero todavía serán capaces de aplastar algún bicho. Moverse en una sala con mucha gente, bailar, hacer cola. Imposible no ofender los pies sensibles. Y recuerda que los hay tanto -tan sensibles- que por no lastimarse los propios caminan sobre pies ajenos.

*

El sábado fuimos a Fregenal de la Sierra y dimos unas vueltas por el pueblo, que está muy limpio, blanco y cuidado. Me molestó mucho la restauración de la torre de la iglesia así como la que se hizo en el castillo templario pero eso no lo puedo evitar: un rejuntado feo y empastado, un color de mortero incorrecto o, como en este caso, unos merlones que parecen de exin-castillos, y se estropea el paseo. Suerte que la tengo al lado, me mira significativamente y ya sé que estoy pasando un mal rato por algo que no debe importarme.

A pesar de todo resulta inevitable pensar que cuesta lo mismo hacerlo mal que bien. No es más barato hacerlo mal pero gana más dinero quien lo hace.

En Trujillo cuajó la moda del repelado de las mamposterías, un material constructivo en su tiempo para ir luego vestido. Cuando llegaron los chalets histórico-artísticos la hicieron buena pues si algo tiene fuerza para imponerse en este medio es el ejemplo de los capitalinos. Eso y la baratura duradera de la pintura plástica en las fachadas, con su facilidad para los colores horrendos, y de un pueblo luminoso y alegre se puede pasar a otro tristón y desaborido. Todo ello descansa en la pretenciosidad de unos y otros. De los capitalinos porque les parece que viste mejor la mona una casa de piedra, aunque sean cascajos. Y de sus imitadores locales porque no quieren ser menos.

Ignoran que la cal es termoluminiscente, esto es, que se carga de luz como una batería se carga de energía eléctrica. Y luego refulge en la oscuridad. Ese halo mágico que tienen los pueblos encalados cuando llega la hora del lubricán y los muros comienzan a soltar luz, brillando sin que veamos de dónde viene.

*

Volviendo paramos en Zafra, para estirar las piernas, tomar un té en el Parador y echar una mirada a esa virgencita pequeña y naif que está entre las dos plazas. Zafra ha caído en lo habitual: el centro histórico se ha llenado de bares, baretos, sitios de copas, restaurantes y taperías. Seguramente es muy difícil cumplir las normas de higiene necesaria en estos edificios viejos e inapropiados para tales funciones pero eso no parece importar. Lo bueno es que llegue turismo, aunque haya que destrozar lo que sea, piedra a piedra. No hay nada tan destructor, tan perverso para el patrimonio histórico, como el turismo y sus necesidades.

*

El Parador de Zafra, como por otra parte muchos edificios de ese rincón de Extremadura, perteneció al Ducado de Feria. El patio es bonito, en mármol sin pulir, un material que ofrece una textura y color muy agradables. La decoración es penosa, el mismo desastre que llevo visto por todas partes, en la última reforma de los Paradores. Interiores que estaban bien, en algunos casos, y los han empeorado. Otros que directamente no estaban conseguidos y siguen en las mismas condiciones pero con más brillo.

*

No hay modo de conseguir material interesante para que ella pueda hacer un retrato de Ratzinger, descartado por imposible hacerlo del natural. Las fotos no hacen justicia a su expresión de inteligencia poderosa. Las cámaras no favorecen a todos: gente que resulta bien al natural aparece afeada y lo contrario. La fotografía no es objetiva porque hay una belleza que no está en la forma de los huesos o la colocación de los músculos y esa, la más agradable de todas, no la capta. Sucede igual con la expresión de los ojos: una mirada profunda e inteligente puede aparecer como maliciosa en una foto y otra de estupidez ovina como bondad y mansedumbre. Qué fácil si las personas apareciéramos como realmente somos y no como cortes estratigráficos temporales.

*

Ya están encendidas las cuatro velas. La Noche del Gran Misterio, del Dios hecho hombre. Y habitará entre nosotros.