Mr. Ripley

Son días en los que parece que ya está aquí la primavera: se puede salir a la calle a cuerpo y volver a sentarse en las terrazas. Estuve por San Antonio para ver el progreso de la poda y hay plantas que ya despiertan. Los durillos y el camelio están cuajados de capullos. De seguir así el tiempo muy pronto apuntarán los almendros festoneando de blanco y rosa las laderas de la sierra.
Cierto que la naturaleza puede equivocarse y llegar febrero o marzo con hielos y nieves, como ha ocurrido otros años, y sería una pena porque una primavera sin agua es lo peor que puede pasar por estos secarrales. Son las primaveras lluviosas las que visten el campo hasta bien entrado mayo.

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Andaba haciendo un apunte del pico desde la cañada, poco antes de llegar a Santa Cruz. Por la cercana carretera pasa una patrulla de la Guardia Civil a la que debe resultar sospechoso un tipo con el vehículo parado en un camino y haciendo extraños manejos. Entran por el camino y, sin pararse al llegar a mi altura, echan un vistazo a lo que estoy haciendo. Siguen y un poco más tarde -en algún lugar donde yo no los veo- dan media vuelta y pasan de nuevo. Ahora saludan con un buenas tardes.

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El apunte es complicado, no para andarse con prisas. El cielo se va descolgando -casi plano- desde un azul muy tierno en la parte superior hasta el amarillo suave del horizonte. Al pico lo baña una luz lateral, el sol, que ya está detrás de las encinas y que ahora se ven casi negras. El azul del pico se mezcla con el resplandor dorado y algo polvoriento, aplastado su natural relieve y apareciendo casi plano, en silueta.
Al fondo, en los lejos, luce espléndido un azul esmalte muy suave pero más concentrado que el de la parte superior del cielo, que pica un poco en su contrario que es el amarillo, en éste caso un amarillo tierno.
El verdiazul o verdigris de las encinas lejanas ayuda a ese efecto algo opalino del fondo, en la zona de transición y choque -por partes- de la tierra con el cielo. Después, hasta mis pies, el camino forma una curva compleja, en ese, brillando u oscureciéndose según los lampazos de luz que dejan pasar las encinas, aisladas, que salpican acentos oscuros por el campo verde. Un verde que restalla dorado en la luz y azulea y agrisa en los medios tonos.

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Leído ayer:

-¿Cuáles son sus talentos, míster Ripley?
-Mentir, embaucar y fingir voces.

Por lo que dice, parece un artista embarcado en una aventura estética de mucho riesgo.