Pamplonica

Pasé la semana en Pamplona, entre consultas médicas y ensayos clínicos. Muy exhaustivos y fatigosos aunque en esta clínica hacen fácil lo complicado y agradable lo molesto. Yo se lo agradezco mucho a todo el mundo porque no me gustan los pinchazos y detesto los dolores físicos.

Las esperas, los tiempos muertos, los he amenizado con el segundo tomo de los diarios de Iñaki Uriarte, cuya lectura recomiendo vivamente. Siempre compartimos alguna cosa con los demás pero con Iñaki comparto tres: el cariño por Peru Egurbide, la diabetes y la afición por escribir de nada. Él lo hace mucho mejor que yo, desde luego.
*
La inquietud que produce que te tengan que dormir y lo hicieron con el mismo producto químico con el que su médico dormía a Michael Jackson, un ser humano que me parecía espantoso. Al médico se le fue la dosis, lo que no resulta tranquilizador, pero a mí me han dado la justa porque no me he enterado de la molesta gastroscopia. Cerré los ojos en un sitio y los abrí teniendo por todo horizonte un interruptor gris plata en una pared blanca. A los pocos minutos ya era persona y pude vestirme por mí mismo y salir zumbando a desayunar.
*
Tengo la impresión de que abusan del aceite de oliva, una cosa muy rica cuando está cruda y tremenda cuando pasa por una sartén. Lo emulsionan como si fuera gratis: al pil-pil, mezclado con esto o lo otro pero siempre una salsa densa, grasienta e insalubre. Echo de menos el toque ligero de la cocina gallega: un trozo de pescado en su punto de cocción exacto, un chorrito de aceite vertido con la misma contención que si fuera oro y un par de cachelos hervidos. Y el chisporroteo breve y bermejo del pimentón verato.
*
Entro y salgo de máquinas, bebo líquidos para aumentar el contraste de mis venas y órganos internos. Cuando llegan los balazos abro los ojos y miro las cosas de frente no por valentía sino porque me sale así, del mismo modo que tengo tendencia a estar siempre algo mohíno por la tarde, cuando cae la luz.
*
Se empeña en dos cosas que me parecen imposibles: que China está detrás de todo lo que nos ocurre y que las revueltas en los países árabes son espontáneas. Después añade algo que me hace gracia: dentro de poco se pelearán los de la zeja con los del frenillo, o al menos habrá tema.