Una ceremonia

 

 

 

No todo el mundo necesita tener una buena razón para ir a alguna parte.

En efecto, dijo. No necesitan tener una razón. Pero su indiferencia no altera el orden de las cosas. Lo expondré de otra forma. Si es así que ni ellos mismos tienen un motivo y sin embargo están efectivamente aquí, ¿no será que es otro quien tiene motivos para que hayan venido? Y si esto es así, ¿sabes quién podría ser ese otro?

No. ¿Y tú?

Le conozco bien.

Esto es una orquestación para un evento. Para un baile en realidad. Los participantes serán informados a su debido tiempo de sus papeles. Por el momento basta con que estén aquí. Como la danza es la cosa que nos ocupa y puesto que contiene en sí misma su propia organización, historia y final, no hay necesidad de que los bailarines comprendan también todas estas cosas. Sea cual sea el evento, la historia de todos no es la historia de cada cual como tampoco la suma de dichas historias y aquí nadie puede entender la razón de su presencia pues ninguno tiene manera de saber en qué consiste siquiera el evento. De hecho, si alguno lo supiera podría ser que decidiera ausentarse y verás que eso no forma parte del plan, si es que hay tal cosa.

Pues bien, una ceremonia. Se podría argüir que no existen diversas categorías de ceremonia sino sólo ceremonias de mayor o menor grado y siguiendo con esa argumentación diremos que aquí se trata de una ceremonia de cierta magnitud que comúnmente recibe el nombre de ritual. Todo ritual implica derramamiento de sangre. Los rituales que eluden ese requerimiento son mera parodia. es ahí donde se descubre la falsificación. No lo dudes. Esa sensación en el pecho que evoca el recuerdo infantil de la soledad, como cuando los demás se han ido y solo queda el juego con su solitario participante. Un juego solitario, sin competidor. Donde las únicas reglas dependen del azar. No mires a otro lado, no estamos hablando precisamente de misterios. Tú, precisamente, no eres extraño a esa sensación, al vacío y el desaliento.

¿Qué crees que es la muerte? ¿De quién hablamos cuando hablamos de un hombre que fue y ya no es? ¿Se trata de enigmas indescifrables o no será que forman parte del ámbito de cada cual? ¿Qué es la muerte sino un instrumento? ¿Y cuál es su objeto?

No me gustan las chifladuras.

Ni a mí, créeme. Escoge a uno cualquiera. Ese de ahí. Tú sabes lo que piensa del mundo, puedes leerlo en su cara, en su porte. Pero cuando se queja de que la vida es un fiasco no está siendo sincero. Oculta que los hombres no son como a él le gustaría que fuesen. Que no lo han sido nunca ni lo serán jamás.

Así ve las cosas, su vida es blanco de tantas dificultades y difiere tanto de la arquitectura prometida que ese hombre es poco más que un nicho andante en cuyo interior cuesta mucho imaginarse al espíritu humano. ¿Puede decir un hombre así que no está siendo víctima de un maleficio? ¿Que no hay poder, ni fuerza, ni causa? ¿Qué clase de hereje dudaría por igual de la autoridad y del demandante? ¿Es capaz de creer que la miseria de su existencia no es algo impuesto? ¿Sin gravámenes, sin acreedores? ¿Que los dioses de la venganza y de la compasión duermen en sus respectivas criptas y que tanto si exigimos cuentas como la destrucción de todos los libros nuestros gritos no suscitan más que un mismo silencio y que es dicho silencio lo que prevalecerá?

Cada hombre busca su propio destino y el de nadie más, dijo. Lo quiera o no. Aunque uno pudiera descubrir su destino y elegir en consecuencia un rumbo opuesto sólo llegaría fatalmente al mismo resultado y en el momento previsto, pues el destino de cada uno de nosotros es tan grande como el mundo en que habita y contiene en sí mismo todos sus opuestos.