El toro de Masats

Lunwerg está sacando una colección en rústica dedicada a fotógrafos españoles. Estupenda idea y necesaria, que puede que termine como el rosario de la aurora pues si hay un público que no gaste ni cinco en libros de fotografía es el español. Me refiero a libros de fotografía de autor, ya saben que por Navidades médicos, abogados y notarios reciben cantidades importantes de esos libros con fotografías (no es lo mismo) que se conocen como libros de regalo o libros de cuarto de estar. Antes eran títulos como Los pueblos más bellos de España pero nos hemos internacionalizado y ahora sirve cualquier viaje de Steve McCurry por el Tibet o lo último de Salgado.

Esto es otra cosa, se trata de dar a conocer la obra de destacados fotógrafos españoles cuyo nombre ya suene por la razón que sea. El que tengo sobre la mesa está dedicado a Ramón Masats y consiste en una selección de obras bastante acertada con textos de Muñoz Molina y Laura Terré. Se han publicado otros títulos sobre la movida Ouka Lele, el simpar Schommer y la inevitable Isabel Muñoz. Como ven, éste dedicado a Masats es el más interesante, por el momento.

Para quienes nos iniciamos en la fotografía a finales de los años sesenta la generación de Masats, AFAL o La Palangana, caían del lado oscuro, del lado de aquella horrenda revista que se tituló Arte Fotográfico y que tanto juego procuró, según parece. Uno se inició con Camera, Dhu o Aperture y sólo mirar el diseño de aquellas horrendas portadas de la revista española te hacían desistir. Ese prurito estético me hizo perder cosas, entre ellas la magnífica generación de fotógrafos documentalistas españoles activos en los años cincuenta y sesenta, que hube de descubrir más tarde. Entre ellos y destacando, Ramón Masats.

A comienzos de los setenta yo no daba un cigarro por la fotografía española, por ignorancia. Conocía lo que rodaba por el mundo pero no tenía idea de lo que se movía alrededor, salvo unos cuantos nombres de amigos que tampoco ayudaban en eso pues se habían formado en el extranjero. Mea culpa.

Masats está a punto de cumplir ochenta años y aún sigue fotografiando. Ahora hace color pero no me parece ni la mitad de interesante que su fotografía en blanco y negro. Es un color de efecto, de contraste o sorpresa cromática; conociendo su obra anterior, se me hace poco. Ha perdido intensidad aunque tiene su lógica, su razón de ser. No me refiero a la muestra que les pongo, que funciona igual que su fotografía en blanco y negro, con los mismos requisitos, sino a algunas de las que se reproducen en el libro citado.

Si tuviera más tiempo encendería el scanner y reproduciría para ustedes las cinco o seis mejores imágenes del libro pero habrán de conformarse con lo que encuentre por la red.