Tiempo de cuaresma

Hay días que duelen más que otros, eso que no piensas cuando eres joven. Me escribe un amigo cubano para contestar a mi correo: no tenemos de nada salvo buen humor -me dice. Y a mí me gustaría volver a participar de ese buen humor, salir por una temporada de este país de cenizos y amargados, de gente que se cabrea por nada, de jefecillos y capitostes que se rebotan en cuanto alguien abre el pico porque piensan que les puede quitar la mortadela.

Esta mañana me sentí vulnerable y he tardado un rato en recuperarme: me caí en la bañera mientras me duchaba. Algunos accidentes llevo encima y se llaman así porque ocurren de golpe, cuando no lo esperas. Por alguna razón misteriosa, más rápido de lo que tardo en recordarlo, el pie izquierdo se ha escurrido, la pierna derecha -doblada sobre sí misma- ha quedado en posición forzada y mi cabeza ha golpeado fuertemente contra el borde de la bañera. He quedado conmocionado unos segundos, lo justo para saber que no había ocurrido nada, que no había sangre y que podía utilizar el cerebro razonablemente. Todo eso que se llama tentarse la ropa, en este caso la cabeza. De la rodilla no me he preocupado porque he visto que no había nada roto, una probable distensión de ligamentos y un par de comprimidos de paracetamol.

Te pasa. Hace 20 años hubiera dado un salto, me hubiera agarrado a algo, qué sé yo. Hoy no ha sido posible, caes como un fardo muerto, sin agilidad ni recursos y te quedas ahí tirado, con el chorro de agua cayéndote encima, preguntándote qué ha sucedido, qué has hecho mal, y recuerdas la frase: » Usted no sabe cuántas muertes se producen cada año por resbalones en las bañeras». ¿Estaré muerto? No, parece que sigo pensando y que, salvo esos segundos de conmoción, las cosas fluyen con normalidad.

El buen humor de los cubanos, que están mucho peor que nosotros y aguantan lo que aguantan. Nuestro cabreo, el humillante galleo de los españoles, matones de taberna o de la porra cuando van en manada pero incapaces de protestar salvo cuando alguien da la orden y pone firmes. Mucho miedo. Esta mañana me dice un allegado que renuncie a reclamar lo que es mío por miedo a que me pongan en alguna lista. ¿En otra? Cuba huele a sudor verde, España a gallinaza.