Gato escaldado

 

 

Ayer en Madrid para ver tres exposiciones de pintura muy recomendables. Hablaré de ellas despacio en próxima entrada. Mientras tanto, no se pierdan «El joven Van Dyck«, la muestra de paisajes de Martín Rico y los tres Juanes Bautistas de Tiziano. Todas ellas en El Prado.

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Me cuesta identificar este Madrid con el de mi juventud. La calle Hortaleza, en cuya esquina con Gran Vía había una tienda de cámaras fotográficas muy buena y toda ella estaba llena de zapaterías, es ahora un disparate de cevicherías y cosas similares. Comida del mundo -dicen. Porquerías del mundo toda vez que uno sabe cómo son las cocinas y trastiendas donde se guisan esos platos que sirven en mesas de nuevo diseño. Lo que la gente ve y lo que no puede ver, como en el arte de la prestidigitación.

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Leo en algún sitio la frase que sigue, la anoto en el móvil citando el autor, pero ya no recuerdo dónde: Confía en el tiempo, que suele dar dulces salidas a muchas amargas dificultades. Miguel de Cervantes.

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Stalin obligaba a los fotógrafos del régimen, en un tiempo sin Photoshop, a eliminar a personajes junto a los que se había fotografiado y que después habían caído en desgracia o habían sido ejecutados.

Es una tarea penosa de hacer con los amigos de otro tiempo y que ya no lo son: borrarlos de todas las escenas felices compartidas.

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Ayudé mucho al fotógrafo X. pidiendo y gastando favores con amigos que eran entonces poderosos. Se consiguió sumar voluntades, a iniciativa mía, y darle una medalla pero -mejor todavía- que cierto museo le comprase obra por valor de treinta mil euros. Un buen piquito que, pensamos, le ayudaría a mantenerse un tiempo. Antes yo le había comprado fotografías y cámaras, pagadas a precio de mercado. Ninguna ganga, de la que no me hubiese aprovechado en todo caso.

Pero había una mentira sustancial en el personaje y la detecté muy pronto cuando, tras la ayuda, aparecieron los primeros gestos de desagradecimiento. La cabeza, el raciocinio, pueden confundirme; la intuición jamás. Y le puse proa sin darle explicaciones ni ofrecer porqués a los que ayudaron. Quizá la segunda parte estuvo mal y debí advertirles aunque me pareció que era causar un mal innecesario. Mi tarea estaba cumplida y sólo el azar me había hecho descubrir que la necesidad económica no era tanta como se había escenificado: había un fondo bastante sustancioso en un banco, que el fotógrafo había tratado de ocultar celosamente, sin duda para inspirar más pena. De haberlo sabido es seguro que no hubiese pedido favores para él pero no es eso lo importante en este caso.

Detecté la mentira pero también cierta mala leche presuntuosa, algo que me desagradó y que hizo saltar todas las alarmas. Dejó de interesarme la persona y se desvaneció el artista. Corté las vías de comunicación habituales: cesaron las llamadas para interesarme por su estado y, al pasar por Madrid, dejé de visitarle.

La gente aguanta mal las bofetadas en la cara, las aguantamos mal, y el tipo parece que se ha revuelto contra mí, buscando el pretexto para el corte donde nunca estuvo. Sería inútil decirle que el origen estuvo en una conversación telefónica y en tres palabras que dijo.

Y el gato escaldado, del agua fría huye.

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Desde San Antonio se ve, pero sobre todo se oye lejana, la carretera que va hasta Guadalupe. Desde lo alto es como un río sólido que, en la noche, lanza reflejos lunares. Se ven los faros de los vehículos. Después llega un zumbido sordo que pasa y desaparece enseñando un resplandor rojizo.

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El jardín, por tiempos cuidado o descuidado, conserva toda su armonía. Cada árbol, cada arbusto, cada rama, ocupan en la composición el lugar que les corresponde.

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Lo que habitualmente llamamos inteligencia es una condición y seguramente una ventaja para ciertas formas de vida pero abismarse en las plantas y sus estrategias nos hace ver que no es la única.

Cuando vemos un primate sobre un árbol en cualquier documental tendemos a atribuir toda la inteligencia al animal y a ver el árbol como un escenario. En realidad la perspectiva cambia cuando sabemos que el árbol puede estar utilizando al primate.