Todos sabemos que el poeta B. es copto pues no deja de repetirlo a todas horas y en todas partes. Y aunque ser copto no es pertenecer a una raza, una etnia o un pueblo sino ser fiel de una religión, el poeta B. considera que no hay nada tan importante y significativo.
Además se dedica a llamar anti-copto a todo el que le lleva la contraria, se trate de lo que se trate. Días atrás murió otro poeta que también era copto y hoy lo comentaba B. en Facebook:
-Es intolerable que en las necrológicas que se han publicado estos días sobre la muerte del poeta M. todos hayan silenciado que era copto. Una muestra del anti-coptismo de los medios.
Pregunté si eso tenía alguna importancia y me devolvió un mensaje con estas palabras:
-Creo que no puedo soportar tu intolerancia.
He insistido en la idea de que, para la obra del poeta M., es bastante irrelevante si su religión es la copta o el anglicanismo.
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Resulta bastante extraño que los carnet de demócrata los hayan otorgado en España un par de tipos con notable pedigrí fascista. No podía ser de otro modo pues entre ambos han manejado toda la cultura del país, desde la literatura al cine, pasando por la ópera y por cuantas actividades se le puedan ocurrir al lector. No se ha podido vivir enfrente: o con ellos o muerto. No sólo los editores sino directores de museo han estado en la nómina de estos dos. Sin olvidar el control completo sobre la Real Academia.
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El asunto de la Infanta está pactado. La monarquía tiene que dejar claro que todos somos iguales ante la ley y para ello nada mejor que la infanta sea imputada… y absuelta. De los pronunciamientos favorables ya se ocuparán más tarde. El juez Castro está prestando a los Borbones el mejor servicio que puede hacérseles.
No tiene importancia que los negocios de las empresas de Urdangarín y Torres no hayan sido sólo asunto de golfos más o menos distinguidos. En el bombo están también las bolas de unos disminuidos que no recibieron el dinero pues el matrimonio ducal, con los hijos, se lo gastaron en safaris y hoteles de mucho lujo.
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La industria del aborto, muy rentable, trata de confundir a la gente diciendo que la mórula es vida humana pero no individuo, como si la vida no fuese condición previa y necesaria de la individuación.
Alguna columnista nos ha endosado estos días la truculenta historia de la mujer abnegada, fregatriz más o menos, que queda sorprendida por la preñez de una criatura que le resulta imposible alumbrar. Suena a culebrón de otro tiempo, no hay modo de tragarlo.
Parece estar en juego la libertad de las mujeres para decidir sobre la vida de otros. Algo muy parecido a la locura separatista que a tantos escandaliza con derechos inexistentes.
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Viene bien en este momento una frase de Rusell: «El interés personal sólo requiere instinto mientras el interés de la comunidad exige virtud.»
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Aquella etarra llamada La Tigresa solía dejarse ver, antes de estar fichada, en los garitos frecuentados por policías y guardias civiles. Con su notable atractivo físico encandilaba a alguno que, tras pasar por su cama, tenía muchas opciones de terminar con un tiro en la cabeza a manos de compinches.
Uno de los policías infiltrados en ETA, que después sería miembro de los GAL, solía hacerle el amor con cierta frecuencia. Ninguno de los dos sabía de las actividades del otro y cuando, años más tarde, las identidades fueron públicas, un terrorista reprochó a La Tigresa no haberlo liquidado en su momento. Ella respondió que hubiera sido una pena pues era muy bueno en la cama.