Podría ser que dentro de unos años todo lo que nos rodea sea de los bancos. Cada vez que quisiéramos hacer algún gasto, por pequeño que fuese, tendríamos que contar con el permiso de nuestro banquero. Mucha gente dice ya mi abogado y eso facilita las cosas.
Suya será la vivienda, el coche en el que viajamos, los muebles de la casa y la ropa que vestimos. Y además tendremos que estar contentos pues, en caso contrario, el Sistema no funciona. O consumimos todos o esto se para y va vamos catando las consecuencias. El dinero es imprescindible para consumir y el dinero, aunque sea nuestro, lo tienen los bancos. O mejor dicho, primero es tuyo pero pasa a ser del banco con una rapidez que asusta. Y como todos le damos nuestro dinero -y entonces ya es suyo- el banco puede más que todos nosotros juntos.
Incidentalmente: véase el caso de la Infanta. ¿Alguien confiaría su dinero a una persona que no sabe lo que firma, carece de memoria y sufre lapsus cerebrales alarmantes? Pues trabaja en La Caixa.
Como no se puede creer tal cosa hay que concluir que también el Rey trabaja para los bancos. Buenos bancos, sin duda, pues llegó a España con un traje raído y hay que decir que Franco -amante de la vida militar- lo tuvo casi a pan y agua. Tanto que el mejor favor que podían hacerle entonces era llevarlo a comer a un restaurante para quitarse las telarañas de la boca. Por eso, seguramente, se volvió glotón en cuanto el tirano tuvo la decencia de morirse.
Pero hoy es un hombre inmensamente rico gracias a los desvelos de unos cuantos banqueros. Sabe multiplicar más que dividir y es persona de respeto, así que bien podría uno confiarle su dinero.
Pound, gran poeta y mejor crítico, vio venir la Usura en las mochilas de los marines que desembarcaron en Sicilia. Lo advirtió por la radio pero sólo consiguió que lo metieran en una jaula y se lo llevasen a Norteamérica donde, atendiendo a su prestigio literario, fue confinado en un manicomio. Lo había dicho también en un famoso poema que se titula justamente así, Usura.
Pensaba que la única solución contra los banqueros consistía en una vuelta al mundo de los gremios medievales, antes de la invención de la banca. Bonito pero imposible: Pound olvidó la poca gente que habitaba Europa en la Edad Media. Por supuesto que es cierto que Bellini no pintó por usura, ni Ambrogio de Predis, pero la Humanidad ya no es aquella ni construimos iglesias con inscripciones de mano ignota: Adamo me fecit. Aunque no es menos cierto que, haciendo eco de Pound, nos vuelve a advertir Leopoldo María Panero: Han traído putas al banquete de Eleusis.
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Bacon, Los Torreznos… es verdad que la pintura acostumbra usar aceite de lino que es rico en Omega 3 y no provoca disturbios en las venas. No es grasa venenosa como esos nombres de artistas.
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Esta mañana ponían una foto en el periódico. Ilustraba un texto sobre una exposición que va a celebrarse en la capital. Lo habitual: gente mirando obras colgadas en la pared con cara de perplejidad, al tiempo inquisitiva y complaciente. Vale que ya no tengamos que caer de rodillas -como cuentan que hizo Lucca Giordano cuando vio por primera vez Las Meninas- al tiempo que decimos: ¡Es la Teología de la pintura! pero tiene muy poca gracia estar condenados a la perplejidad ante las obras de arte y tener que poner cara de andar en el secreto.
P.S. Me resistía a ponerlo por lo muy conocido y citado que es este Canto. Finalmente decido hacerlo. No es una traducción que me guste especialmente pero es la que tengo más a mano.